Pues aqui iré posteando las historias que valla escribiendo para la vampiresa que me inspira ultimamente xD
Para empezar, la que es posible la menos melosa....
La que ahora he de relatar, es la historia de una mujer, una que desafió lo indesafiable y dejo bien en claro, que tenia un corazón indomable, haciendo honor a la sangre en sus venas, la llamaron “Hija de la Tormenta”.
En la playa solo había una figura, inamovible cual estatua de mármol, desafiando la furia de los elementos, oponiéndose a la tempestad, Chloé. Una mujer única en su tipo, conocida por muchos nombres, Chloé es el que le dieron sus padres, en el puerto le llamaban “la mujer de la lluvia” pero su corazón respondía al que aquel hombre años atrás le había otorgado “mi perla” ella era su todo y le esperaba siempre puntual, la tormenta siempre avisaba su llegada, el arribo a puerto de aquel que estaba maldito, Boran. Aquel que tiene prohibido pisar la tierra perseguido por cada rey el contrabandista, el pirata, el domador de tormentas. Siempre se dijo que Chloé era mágica. El diluvio, que azotaba con furia a la bahía, parecía bañar su cuerpo el viento que derribaba arboles, simplemente acariciaba su cara de mármol.
Ahí le esperaba, como prometió y por primera vez Chloé no estaba sola. Fruto de aquel amor, más intenso que cualquier tormenta, ambos esperaban un hijo, o más bien una hija. No hubo tiempo de decidir, Chloé subió al barco, quería que su hija naciera en el hogar de su padre, en su hogar, en el único lugar donde era feliz. En alta mar. Y ahí fue donde nació ella, en mitad del mar, en el ojo del huracán. Hubiese sido bello, si desde ahí empezara una familia feliz, pero hubo consecuencias, el indómito corazón de Chloé no soportó el parto, ella murió al dar a luz. Y Boran, no era precisamente, del tipo paternal, menos de una mujer. A duras penas dejaba subir a Chloé a su barco. Estaba claro, ninguna mujer debía subir a bordo, las aguas eran celosas y no aceptaban que los marineros tuviesen otra amante que no fuesen ellas.
Así que la abandonó, la dejo en el siguiente puerto, en una ciudad donde crecería para convertirse en una dama de sociedad. Una muñeca de porcelana para la vista de todos. La perla que su madre fue para su padre. Pero el destino tenía otros planes. Y así es como empieza mi historia.
Mi nombre es Krall, y estaba en ese entonces, cumpliendo mi sueño, yo era nada menos, que el primer oficial del Chloé. El segundo al mando en la tripulación del grandioso Boran, el domador de tormentas. La piratería, nunca creí que para cumplir mi sueño debía enrolarme en ello. Pero, dios, en mi vida he saboreado mas libertad que a bordo del Chloé, Boran no saquea, su trabajo es básicamente el contrabando, muchas veces es un trabajo sucio, pero el domador tiene corazón. Nunca gustó de las normas, y dudo que algún día las siga, si es pirata, es por libertad, es por mantener su estilo de vida, cada uno de sus hombres, incluyéndome, está más que dispuesto a sacrificar su vida por ese ideal. Esta es una tripulación única, cada uno tiene un porque, cada uno parece haber sido destinado al Chloé. No encontrarán hombres mas motivados, que la tripulación de Boran. Y hay uno en especial, uno que sobresale del resto, llevábamos ya cerca de dos semanas de haber zarpado de Azura, con un cargamento de joyas, estas eran el resultado de una fiesta que se le ocurrió celebrar al general, después de haber doblado los impuestos, debieron ver la cara de todo el mundo cuando, irrumpió Boran seguido de una tempestad el Pirata podía hacer rendirse a cualquiera. Estaba maldito, no podía quedarse en tierra, porque cada vez que se acercaba, una tormenta se creaba. Pero esta maldición tenia su lado bueno, nadie jamás los perseguía, y bastaba con una amenaza para que varios oponentes se rindieran. De cualquier manera, esa noche, se nos unió un muchacho, casi de mi edad, de unos ojos verdes intensos, se veía muy seguro. El tipo se ganó la confianza del capitán cuando salvó a uno de sus hombres de ser tomado como rehén cuando la gente trató de resistirse. Si bien a primera vista uno podría subestimarlo, una vez que lo vimos en movimiento imponía respeto. Pero había algo en el que no encajaba, una de las únicas reglas que sigue Boran, es “no te dejes llevar por las apariencias”, por lo que jamás discriminó, nunca negó la oportunidad de servir en el Chloé a quien demostrase ser competente, y Sel, como dijo llamarse, cumplía esos requisitos con creces, pero yo no era Boran. Algo escondía este muchacho y yo iba a averiguarlo, y valla si lo averigüé. A mitad del viaje, nos vimos, una vez más, en medio de una tormenta. Una como pocas, llevaba solo un año en el Chloé y aun no dejaba de maravillarme el temple del Capitán. No importaba cuan fuerte rugieran los vientos nunca se detenía se decía que ni siquiera parpadeaba, el era como el mástil del Chloé, parecía disfrutar con la ira del océano, si cualquiera fuera de su tripulación lo viera, diría que esta loco, y quizá no esté tan equivocado, era ya una filosofía el ir de frente a sus problemas, en ese caso, la tormenta. Reía demente mientras se dirigía a donde la tempestad era más intensa, las olas amenazaban con voltear el barco, pero Boran, estaba lejos de sentirse atemorizado. Ese carácter temerario casi nos cuesta el barco. Los vientos eran muy fuertes y debíamos recoger la vela mayor. Pero, estaba atascada. Me tocó actuar, me gané mi puesto a base de situaciones como aquella, trepé por el mástil como un insecto sube una pared. Y como era usual, la vela estaba estancada en la parte más lejana de la percha. Caminé sobre ella a tan rápido como pude, pero el agua hacia resbalosa la superficie y tropecé, ese hubiera sido mi fin de no ser por Sel, dicen los demás que subió por el mástil tras de mi casi a la misma velocidad, pero este siguió subiendo hasta la siguiente percha, cortó la cuerda que sujetaba la vela y se balanceó por ella justo a tiempo para evitar que me estrellara el barco. Y no fue todo, con el impulso llegamos a mi destino original. Y fue entonces que lo comprendí, el viento me ayudo haciendo que su pañoleta volara y liberara una larga cabellera negra. Luego me fijé en como el viento moldeaba sus ropas y las dejaba ceñidas mostrando una perfecta silueta femenina. Entendí enseguida, Sel, no era cualquier pirata, se trataba nada más y nada menos que de Seleena, la hija del mismísimo Boran, me guiñó un ojo y con un gesto me pidió que callara. Le debía la vida, no me quedaba otra que guardarle el secreto. Cuando bajamos y antes de que la tripulación pudiese notarlo le puse mi sombrero, para cubrirla “se ha ganado mi puesto por hoy” reí al ver las caras de mis camaradas.
Desde ese día, empecé a ponerle atención, su disfraz era casi perfecto ropas holgadas que ocultaban su silueta, sus movimientos estaban muy bien disimulados parecía uno mas de la tripulación, lo único que le delataba eran los ojos. Si bien el color lo había heredado de su padre, tenía una mirada muy distinta a la del cordial Boran, atrapante y desafiante a la vez, te retaba con los ojos. Y ahora que sabía la verdad, no podía resistir responder a aquel reto. Me obsesione con ella, era perfecta, era preciosa intrépida divertida valiente aventurera, era apasionada por vivir. Me aparecía en todos lados, siempre estaba ahí y siempre que la veía ella ya me estaba mirando, pasó una semana para que me decidiera a tomar cartas en el asunto. Salí de noche a buscarla, y cuando abrí la puerta ahí estaba ella.
“tenemos que hablar gatito” yo no alcancé a abrir la boca para cuando ya me empujo dentro y cerró la puerta, era una gran ventaja que al ser el primer almirante era el único con camarote propio en el barco aparte del capitán. Se abalanzó sobre mi, y me dejó todo bien claro. “mira gatito, llevo tratando de que te acerques desde que me viste, y no estoy acostumbrada a que me den negativas, y mucho menos evasivas” En ese momento me mató, si Cupido existe en ese momento atravesó mi corazón con el de ella. Ese fuego en sus palabras, esa llama en sus ojos, me calcinó, hasta el punto de perder la razón y devorar sus labios. Fue algo frenético, casi furioso, al principio la sorprendí y la deje debajo de mí a merced de mis labios. Pero no tardó en tomar el control y derribarme. Sonrió triunfante al ver como la veía embobado luego de separar sus labios de los míos. “eso mismo gatito, me alegra que nos entendamos”. Al igual que un relámpago corta el cielo, mi camisa voló por el camarote, ella se sacó los guantes y puso sus manos en mi pecho, se mordió los labios y levantó una ceja coqueteando, quería jugar, y yo estaba mas que dispuesto a seguirle el juego. Sin previo aviso volví a voltear la situación y besé su cuello ella como respuesta me hincó las uñas en la espalda y lanzó un gemido que me enardeció, parecía un perro de caza persiguiendo a su presa, cada vez mas intenso, más fogoso, y ya veíamos venir la culminación de nuestros actos, cuando nos alertó un ruido. Inconfundibles pisadas, y un autoritario rugido, Boran predecía una tormenta, y yo como su segundo abordo, debía estar listo, Seleena me miró aterrada. Si su padre la descubría, la devolvería a la ciudad, y a mi, me decapitaría por lo que estaba apunto de hacerle. Pensé rápido, y me vestí más. Seleena volvió a disfrazarse y le guiñé un ojo. Mentí descaradamente e invente que Sel , se había dado cuenta de la tormenta, y que vino a avisarme. Magistralmente falsee interés en pulir sus habilidades tomándolo como mi aprendiz. Eso significaría dormir en el mismo camarote. Ella salió del camarote y se alisto para la Tormenta, vagamente volteó y me dedico una sonrisa pícara. Que prometía que aquello que empezamos lo pretendía finalizar.
Pero una ola nos distrajo de la idea, azotó al Chloé sin piedad. Nos sacudió fuerte y casi nos derribó. Boran nos ordenó mantenernos en nuestros puestos, pero la tormenta era infalible. Nos arrastraba como si el barco fuera de papel, fue cuando vimos esa tromba de agua, que nos jalaba sin remedio.
“Es demasiado fuerte, el timón no va a servir de nada” maldijo Boran, al comprobar la situación “entonces usemos la tormenta” Intervino Sel, justo antes de trepar por el mástil. La seguí entendiendo a la perfección su idea, debíamos desplegar la vela mayor, con la intensidad de los vientos podríamos salir de ese fatídico curso fácilmente. Cada uno fue por un lado de la percha soltando las amarras, desde el otro extremo vi su silueta acariciada por el viento, y bañada por la lluvia, la tormenta que trataba de acabar con nosotros con ahínco, parecía jugar con ella, salvó a toda la tripulación con su idea, y se ganó el respeto de cada hombre del Chloé y yo lo comprendí entonces, con los relámpagos haciéndola parecer aun mas divina, con su pelo danzando al viento y su cara desafiando a las olas, ella no temía a nada, ella era la pasión del mar, ella era, hija de la tormenta.
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Comenten si gusta xD si no Nimodo! igual posteare las demás XD
Para empezar, la que es posible la menos melosa....
La que ahora he de relatar, es la historia de una mujer, una que desafió lo indesafiable y dejo bien en claro, que tenia un corazón indomable, haciendo honor a la sangre en sus venas, la llamaron “Hija de la Tormenta”.
Hija de la Tormenta (parte primera):
Por derecho de sangre
Una lluvia torrencial azotaba la costa, los relámpagos cortaban el cielo y partían en dos las nubes, mientras ensordecedores truenos aterraban a quienes observaban el mar y su ira. Por derecho de sangre
En la playa solo había una figura, inamovible cual estatua de mármol, desafiando la furia de los elementos, oponiéndose a la tempestad, Chloé. Una mujer única en su tipo, conocida por muchos nombres, Chloé es el que le dieron sus padres, en el puerto le llamaban “la mujer de la lluvia” pero su corazón respondía al que aquel hombre años atrás le había otorgado “mi perla” ella era su todo y le esperaba siempre puntual, la tormenta siempre avisaba su llegada, el arribo a puerto de aquel que estaba maldito, Boran. Aquel que tiene prohibido pisar la tierra perseguido por cada rey el contrabandista, el pirata, el domador de tormentas. Siempre se dijo que Chloé era mágica. El diluvio, que azotaba con furia a la bahía, parecía bañar su cuerpo el viento que derribaba arboles, simplemente acariciaba su cara de mármol.
Ahí le esperaba, como prometió y por primera vez Chloé no estaba sola. Fruto de aquel amor, más intenso que cualquier tormenta, ambos esperaban un hijo, o más bien una hija. No hubo tiempo de decidir, Chloé subió al barco, quería que su hija naciera en el hogar de su padre, en su hogar, en el único lugar donde era feliz. En alta mar. Y ahí fue donde nació ella, en mitad del mar, en el ojo del huracán. Hubiese sido bello, si desde ahí empezara una familia feliz, pero hubo consecuencias, el indómito corazón de Chloé no soportó el parto, ella murió al dar a luz. Y Boran, no era precisamente, del tipo paternal, menos de una mujer. A duras penas dejaba subir a Chloé a su barco. Estaba claro, ninguna mujer debía subir a bordo, las aguas eran celosas y no aceptaban que los marineros tuviesen otra amante que no fuesen ellas.
Así que la abandonó, la dejo en el siguiente puerto, en una ciudad donde crecería para convertirse en una dama de sociedad. Una muñeca de porcelana para la vista de todos. La perla que su madre fue para su padre. Pero el destino tenía otros planes. Y así es como empieza mi historia.
Mi nombre es Krall, y estaba en ese entonces, cumpliendo mi sueño, yo era nada menos, que el primer oficial del Chloé. El segundo al mando en la tripulación del grandioso Boran, el domador de tormentas. La piratería, nunca creí que para cumplir mi sueño debía enrolarme en ello. Pero, dios, en mi vida he saboreado mas libertad que a bordo del Chloé, Boran no saquea, su trabajo es básicamente el contrabando, muchas veces es un trabajo sucio, pero el domador tiene corazón. Nunca gustó de las normas, y dudo que algún día las siga, si es pirata, es por libertad, es por mantener su estilo de vida, cada uno de sus hombres, incluyéndome, está más que dispuesto a sacrificar su vida por ese ideal. Esta es una tripulación única, cada uno tiene un porque, cada uno parece haber sido destinado al Chloé. No encontrarán hombres mas motivados, que la tripulación de Boran. Y hay uno en especial, uno que sobresale del resto, llevábamos ya cerca de dos semanas de haber zarpado de Azura, con un cargamento de joyas, estas eran el resultado de una fiesta que se le ocurrió celebrar al general, después de haber doblado los impuestos, debieron ver la cara de todo el mundo cuando, irrumpió Boran seguido de una tempestad el Pirata podía hacer rendirse a cualquiera. Estaba maldito, no podía quedarse en tierra, porque cada vez que se acercaba, una tormenta se creaba. Pero esta maldición tenia su lado bueno, nadie jamás los perseguía, y bastaba con una amenaza para que varios oponentes se rindieran. De cualquier manera, esa noche, se nos unió un muchacho, casi de mi edad, de unos ojos verdes intensos, se veía muy seguro. El tipo se ganó la confianza del capitán cuando salvó a uno de sus hombres de ser tomado como rehén cuando la gente trató de resistirse. Si bien a primera vista uno podría subestimarlo, una vez que lo vimos en movimiento imponía respeto. Pero había algo en el que no encajaba, una de las únicas reglas que sigue Boran, es “no te dejes llevar por las apariencias”, por lo que jamás discriminó, nunca negó la oportunidad de servir en el Chloé a quien demostrase ser competente, y Sel, como dijo llamarse, cumplía esos requisitos con creces, pero yo no era Boran. Algo escondía este muchacho y yo iba a averiguarlo, y valla si lo averigüé. A mitad del viaje, nos vimos, una vez más, en medio de una tormenta. Una como pocas, llevaba solo un año en el Chloé y aun no dejaba de maravillarme el temple del Capitán. No importaba cuan fuerte rugieran los vientos nunca se detenía se decía que ni siquiera parpadeaba, el era como el mástil del Chloé, parecía disfrutar con la ira del océano, si cualquiera fuera de su tripulación lo viera, diría que esta loco, y quizá no esté tan equivocado, era ya una filosofía el ir de frente a sus problemas, en ese caso, la tormenta. Reía demente mientras se dirigía a donde la tempestad era más intensa, las olas amenazaban con voltear el barco, pero Boran, estaba lejos de sentirse atemorizado. Ese carácter temerario casi nos cuesta el barco. Los vientos eran muy fuertes y debíamos recoger la vela mayor. Pero, estaba atascada. Me tocó actuar, me gané mi puesto a base de situaciones como aquella, trepé por el mástil como un insecto sube una pared. Y como era usual, la vela estaba estancada en la parte más lejana de la percha. Caminé sobre ella a tan rápido como pude, pero el agua hacia resbalosa la superficie y tropecé, ese hubiera sido mi fin de no ser por Sel, dicen los demás que subió por el mástil tras de mi casi a la misma velocidad, pero este siguió subiendo hasta la siguiente percha, cortó la cuerda que sujetaba la vela y se balanceó por ella justo a tiempo para evitar que me estrellara el barco. Y no fue todo, con el impulso llegamos a mi destino original. Y fue entonces que lo comprendí, el viento me ayudo haciendo que su pañoleta volara y liberara una larga cabellera negra. Luego me fijé en como el viento moldeaba sus ropas y las dejaba ceñidas mostrando una perfecta silueta femenina. Entendí enseguida, Sel, no era cualquier pirata, se trataba nada más y nada menos que de Seleena, la hija del mismísimo Boran, me guiñó un ojo y con un gesto me pidió que callara. Le debía la vida, no me quedaba otra que guardarle el secreto. Cuando bajamos y antes de que la tripulación pudiese notarlo le puse mi sombrero, para cubrirla “se ha ganado mi puesto por hoy” reí al ver las caras de mis camaradas.
Desde ese día, empecé a ponerle atención, su disfraz era casi perfecto ropas holgadas que ocultaban su silueta, sus movimientos estaban muy bien disimulados parecía uno mas de la tripulación, lo único que le delataba eran los ojos. Si bien el color lo había heredado de su padre, tenía una mirada muy distinta a la del cordial Boran, atrapante y desafiante a la vez, te retaba con los ojos. Y ahora que sabía la verdad, no podía resistir responder a aquel reto. Me obsesione con ella, era perfecta, era preciosa intrépida divertida valiente aventurera, era apasionada por vivir. Me aparecía en todos lados, siempre estaba ahí y siempre que la veía ella ya me estaba mirando, pasó una semana para que me decidiera a tomar cartas en el asunto. Salí de noche a buscarla, y cuando abrí la puerta ahí estaba ella.
“tenemos que hablar gatito” yo no alcancé a abrir la boca para cuando ya me empujo dentro y cerró la puerta, era una gran ventaja que al ser el primer almirante era el único con camarote propio en el barco aparte del capitán. Se abalanzó sobre mi, y me dejó todo bien claro. “mira gatito, llevo tratando de que te acerques desde que me viste, y no estoy acostumbrada a que me den negativas, y mucho menos evasivas” En ese momento me mató, si Cupido existe en ese momento atravesó mi corazón con el de ella. Ese fuego en sus palabras, esa llama en sus ojos, me calcinó, hasta el punto de perder la razón y devorar sus labios. Fue algo frenético, casi furioso, al principio la sorprendí y la deje debajo de mí a merced de mis labios. Pero no tardó en tomar el control y derribarme. Sonrió triunfante al ver como la veía embobado luego de separar sus labios de los míos. “eso mismo gatito, me alegra que nos entendamos”. Al igual que un relámpago corta el cielo, mi camisa voló por el camarote, ella se sacó los guantes y puso sus manos en mi pecho, se mordió los labios y levantó una ceja coqueteando, quería jugar, y yo estaba mas que dispuesto a seguirle el juego. Sin previo aviso volví a voltear la situación y besé su cuello ella como respuesta me hincó las uñas en la espalda y lanzó un gemido que me enardeció, parecía un perro de caza persiguiendo a su presa, cada vez mas intenso, más fogoso, y ya veíamos venir la culminación de nuestros actos, cuando nos alertó un ruido. Inconfundibles pisadas, y un autoritario rugido, Boran predecía una tormenta, y yo como su segundo abordo, debía estar listo, Seleena me miró aterrada. Si su padre la descubría, la devolvería a la ciudad, y a mi, me decapitaría por lo que estaba apunto de hacerle. Pensé rápido, y me vestí más. Seleena volvió a disfrazarse y le guiñé un ojo. Mentí descaradamente e invente que Sel , se había dado cuenta de la tormenta, y que vino a avisarme. Magistralmente falsee interés en pulir sus habilidades tomándolo como mi aprendiz. Eso significaría dormir en el mismo camarote. Ella salió del camarote y se alisto para la Tormenta, vagamente volteó y me dedico una sonrisa pícara. Que prometía que aquello que empezamos lo pretendía finalizar.
Pero una ola nos distrajo de la idea, azotó al Chloé sin piedad. Nos sacudió fuerte y casi nos derribó. Boran nos ordenó mantenernos en nuestros puestos, pero la tormenta era infalible. Nos arrastraba como si el barco fuera de papel, fue cuando vimos esa tromba de agua, que nos jalaba sin remedio.
“Es demasiado fuerte, el timón no va a servir de nada” maldijo Boran, al comprobar la situación “entonces usemos la tormenta” Intervino Sel, justo antes de trepar por el mástil. La seguí entendiendo a la perfección su idea, debíamos desplegar la vela mayor, con la intensidad de los vientos podríamos salir de ese fatídico curso fácilmente. Cada uno fue por un lado de la percha soltando las amarras, desde el otro extremo vi su silueta acariciada por el viento, y bañada por la lluvia, la tormenta que trataba de acabar con nosotros con ahínco, parecía jugar con ella, salvó a toda la tripulación con su idea, y se ganó el respeto de cada hombre del Chloé y yo lo comprendí entonces, con los relámpagos haciéndola parecer aun mas divina, con su pelo danzando al viento y su cara desafiando a las olas, ella no temía a nada, ella era la pasión del mar, ella era, hija de la tormenta.
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Comenten si gusta xD si no Nimodo! igual posteare las demás XD