jamapalooza
Novenero
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LA POSESION
Capitulo primero (el principio)
En la tarde, luego de salir de su trabajo, Alfred caminaba por una solitaria acera, y se encontró en la esquina justo antes de llegar a su residencia, con un asaltante apodado “el sapo” quien le venía siguiendo de cerca desde que éste se bajó del autobús.
Sus pasos eran cada vez más rápidos, pero “el sapo” aumentaba su velocidad de la misma manera que Alfred, éste volteó rápidamente y le miro fijo a los ojos del malhechor:
-¿De nuevo tu?
-¿Hay algún problema en eso?
-¿Siempre respondes con preguntas?
-¿Y tu siempre eres tan tonto?
La paciencia de Alfred no era la misma ese día, así que no dijo más nada y siguió su camino
-No he terminado contigo- le dijo “el sapo”
-Ah vamos, ¿no vendrás a que te dé dinero hoy?
-Pues acertaste
-Pues te equivocas si piensas que seguiré manteniendo tus cochinos vicios
-No es la primera vez que sucede ¿verdad?
-No. Y estoy cansado de esto, ¡se acabó!
Volvió la mirada para cerciorarse que la calle estuviera vacía para poder cruzar
-¿Cuánto es esta vez?- dijo en un tono más conciliatorio. Y el malhechor esbozando una leve sonrisa le responde: -Todo lo que tengas en tu billetera
-¡Esto es demasiado! ¡Te jodiste pues no voy a darte nada!
-Si así lo prefieres…
Y diciendo esto “el sapo” saca su arma: -¿Sabes para que sirve esto?- añadió. Los ojos de Alfred casi se salían de sus órbitas, aquello era el colmo de la desfachatez.
-¡Acabemos con esto de una vez por todas! ¡Me vas a disparar! ¿No?
-Es una lástima, tan buen cliente que eras- dice el delincuente con la mirada en el arma mientras la acariciaba como a un gato.
Un movimiento rápido de Alfred toma por sorpresa a “el sapo” y allí comienza el forcejeo arrebatándole de las manos el arma.
-¡Eres la inmundicia que debe ser borrada de la sociedad!- Le dijo apuntando el arma a la cabeza del delincuente.
-No lo harás ¿Verdad?
-¿Tu que crees?
Las palomas que siempre esperaban la llegada de Alfred a su departamento volaron al unísono al oírse la detonación de un arma de fuego, y segundos mas tarde los pasos de éste aplastaban las migajas de pan que tenían como alimento las aves. Al cerrar la puerta tras de sí, Hermógenes, el anciano vigilante de los apartamentos dice para si mismo:
-¡Hoy ha nacido un asesino!
Pero lo que Hermógenes ignoraba era que el asesino que el no vio detonar el arma de fuego era quien alimentaba las palomas todas las tardes a su llegada.
Capitulo primero (el principio)
En la tarde, luego de salir de su trabajo, Alfred caminaba por una solitaria acera, y se encontró en la esquina justo antes de llegar a su residencia, con un asaltante apodado “el sapo” quien le venía siguiendo de cerca desde que éste se bajó del autobús.
Sus pasos eran cada vez más rápidos, pero “el sapo” aumentaba su velocidad de la misma manera que Alfred, éste volteó rápidamente y le miro fijo a los ojos del malhechor:
-¿De nuevo tu?
-¿Hay algún problema en eso?
-¿Siempre respondes con preguntas?
-¿Y tu siempre eres tan tonto?
La paciencia de Alfred no era la misma ese día, así que no dijo más nada y siguió su camino
-No he terminado contigo- le dijo “el sapo”
-Ah vamos, ¿no vendrás a que te dé dinero hoy?
-Pues acertaste
-Pues te equivocas si piensas que seguiré manteniendo tus cochinos vicios
-No es la primera vez que sucede ¿verdad?
-No. Y estoy cansado de esto, ¡se acabó!
Volvió la mirada para cerciorarse que la calle estuviera vacía para poder cruzar
-¿Cuánto es esta vez?- dijo en un tono más conciliatorio. Y el malhechor esbozando una leve sonrisa le responde: -Todo lo que tengas en tu billetera
-¡Esto es demasiado! ¡Te jodiste pues no voy a darte nada!
-Si así lo prefieres…
Y diciendo esto “el sapo” saca su arma: -¿Sabes para que sirve esto?- añadió. Los ojos de Alfred casi se salían de sus órbitas, aquello era el colmo de la desfachatez.
-¡Acabemos con esto de una vez por todas! ¡Me vas a disparar! ¿No?
-Es una lástima, tan buen cliente que eras- dice el delincuente con la mirada en el arma mientras la acariciaba como a un gato.
Un movimiento rápido de Alfred toma por sorpresa a “el sapo” y allí comienza el forcejeo arrebatándole de las manos el arma.
-¡Eres la inmundicia que debe ser borrada de la sociedad!- Le dijo apuntando el arma a la cabeza del delincuente.
-No lo harás ¿Verdad?
-¿Tu que crees?
Las palomas que siempre esperaban la llegada de Alfred a su departamento volaron al unísono al oírse la detonación de un arma de fuego, y segundos mas tarde los pasos de éste aplastaban las migajas de pan que tenían como alimento las aves. Al cerrar la puerta tras de sí, Hermógenes, el anciano vigilante de los apartamentos dice para si mismo:
-¡Hoy ha nacido un asesino!
Pero lo que Hermógenes ignoraba era que el asesino que el no vio detonar el arma de fuego era quien alimentaba las palomas todas las tardes a su llegada.