cuento largo xD no se que titulo ponerle

blurmama

Novenero
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Jun 18, 2009
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Lo más dificil es ponerle nombre a los cuentos xD:dimequeyasalio:

Entonces una noche siniestra mientras las calderas ardían. El huantino salió a refrescar el cuerpo y es que el calor de la fundición hacia perder el aire a cualquiera, hasta a los más viejos y adiestrados les afectaba. A lo lejos solo se veía las siluetas con el fondo rojo característico de la fundidora de la Oroya. Recuerdo bien que en esos tiempos aun se podían ver quinuales alrededor, mientras crecía la empresa los quinuales y la tierra retrocedían y el rio poco a poco se empezó a tornar negruzco e inademirable, a la par, montañas de ocre y residuos tomaban tamaño megalíticamente reales.
Domingo Mayta no solo salía a fumar y refrescar el cuerpo, mas de una vez lo pille hablando con doña Aura una de las mas lindas Huancaínas que he visto, ella tenía una hija pero a diferencia de las demás madres que trabajaban en el comedor; su piel era fresca aunque cobriza, brillaba y opacaba esos ojos negros vivaces y cautivadores, era de poca habla; el amor en tiempos pasados le jugó una mala pasada pero le regalo un fruto, su hija Hilda, quien le acompañaba en los desvelos y en las madrugadas; cuando se preparaba comida para los obreros.
Hay algunos, que tienen más que suerte; Adriana limeña, mazamorrera y católica de corazón siempre intentaba buscarle conversación al huantino; más el indiferente a su piel blanca, cabello lizo y cuidado; la trataba como lo que era, la secretaria de una gran empresa y él el obrero. El Huantino le era fiel a Doña Aura que nunca le dio ni siquiera una sonría o una mirada alentadora a sus intenciones, y aunque se le fastidiaba por ello a Mayta, el siempre reía y decía: “el que la persigue la consigue”.
Los Días sábados eran los más ansiados, era día de iglesia, de descanso para todos los obreros, incluso los médicos de turno y todo el personal, nos reportábamos a las 9 de la mañana para escuchar las palabras de Garcilaso el cura. La misa como todas era un sinfín de palabras, era pararse sentarse y nuevamente parece y nuevamente sentarse, la hablaba en latín creo que éramos pocos los que entendíamos, yo entendía algunas cosas, las clases de latín en la facultad de medicina eran obligatorias en un tiempo, pero la mayoría entraba solo para darse el abrazo de la paz en ese fin de mundo recibir un abrazo era de lo más esperado y Mayta siempre se paraba al costado de Doña Aura y aunque ella a veces intentaba buscar otro lugar don Mayta se las arreglaba para en ese instante robarle un abrazo. La mayoría hacia eso, otros obreros aprovechaban la misa para reunirse con sus esposas e hijos y otros los más jóvenes con sus madres y hermanos. La secretaria, yo y otros directivos estábamos al final casi a la salida, era parte de la normativa, cosa que nunca entendí ni respete, pues tenía buenos amigos como Mayta, el Wajiro, el Mirro y Candelita obreros que con su gracia me hacían olvidar el frio, la soledad y las desventuras que se vivían en este poblado minero. Al salir de la iglesia todos nos reuníamos y nos íbamos para un improvisado mercado a tomar desayuno conversar y tomar un buen anisado
Martes 4 de Setiembre de 1982, nunca olvidare esa fecha, Entre Mayta, El Wajiro y Candelita trajeron al Mirro, casi no lo reconocí cubierto de sangre, la piel carbonizada, expeliendo aun humo, de su piel tostada por las brasas; de uno de los calderos que con una fuga termino explotando, algunos otros obreros murieron, fue un madrugada triste, el Mirro murió en mis brazos, mientras trataba de salvarlo tomo mi mano la apretó y entre susurros me pidió cuidar a su familia dio un pequeño suspiro y por sus ojos vi partir su alma, un gran amigo se fue y se llevo parte de mi, nunca podre olvidar sus ojos y como en un instante su aliento se perdió; a la empresa no le importaba el Mirro, ni lo otros tantos obreros que ese día perecieron, quería reparar cuanto antes el caldero y regresar a la producción, a las familias afectadas solo se les pago 4 0 5 sueldos en el mejor de los casos. El llanto de Doña Natalia y Martín no lo podía callar esos 5 miserables sueldos que le alcanzo para cubrir el entierro y la lapida de Ignacio Merino Andolio, gran amigo, gran minero y buen padre, porque en su ignorancia sabia que solo los estudios harían de Martín cualquier cosa, menos minero. Así el Mirro no tomaba, ni fumaba a veces cuando yo se lo invitaba, pero todo era para su hijo la escuela y su mujer, a quienes me comprometí ayudar. Ese mes se pasaba de tragedia en tragedia, algunos obreros dejaron la Oroya porque decían que el SupaypapaHuahua(hijo del diablo) se estaba metiendo, muchos obreros dejaron de trabajar; otros tantos trabajaban al doble y esto no se les era retribuido y se marchaban.
El sábado la iglesia estaba casi vacía y ese día el Huantino falto y Doña Aura sorprendio de no verlo fue a buscarlo, a los 2 o 3 minutos un grito desde lo lejos con mi nombre termino interrumpiendo el latín del cura. Salí presto, era Doña Aurora que tomo mi mano y corriendo me llevo al cuarto del Huantino, al ingresar no vi al Huantino, la noche pasada era otro hombre, estaba flaco pálido, casi verde, su piel muy seca, lo trate con sueros pero era inútil nada podía evitar su deshidratación, se estaba secando en vida, hacia lo que podía por mantenerlo vivo, mientras mandaba hacer análisis de comida, todo lo que halle en su cuarto, pero nada, ni un virus, ni un una bacteria u hongo que podría explicar porque se me estaba muriendo, ya casi de madrugada al cuarto entro un santero que trajo doña Natalia, lo miro lo reviso y dijo: “a este hombre le están haciendo maldad”, no tome importancia, el santero pidió ir al cuarto del Huantino, por precaución a que fuera una epidemia los acompañe, ya en la pieza de madera y quincha el santero se metió al ropero, al baño y saco un pequeño maletín, que reconocí; era de Adriana. Pero que hacia ese maletín ahí se de buena fuente que el Huantino no tenia mano larga y mucho menos se atrevería a robar, dentro De él encontró un sapo con la boca cosida, el santero lo cogió con fuerza y con una navaja le abrió los labios de aquel animal que fueron unidos con un hilo rojo y tamaña suerte dentro del animal se encontró una foto del Huantino y otra de Adriana, salimos del cuarto, yo con muchas preguntas sobre Adriana, sobre el santero y que hacia ese animal con la boca zurcida y con fotos dentro, quien haria cosa similar, porque conociendo lo melindrosa que era Adriana jamás se acercaría a coger un animal y no había más personas en el asentamiento. El santero salió directo a la iglesia interrumpió lo que quedaba de misa y tiro el sapo frente al cura, se persigno y un instante de silencio cubrió la iglesia, al ingresar y ver el silencio recorriendo la iglesia y a las personas atónitas y en su mirada buscando respuestas, vi al cura salir disparado corriendo como si su vida dependiera de ello, el santero y yo salimos tras de el pero solo vimos su sombra perderse entre los quinuales. Ese no es hijo de Dios ese es el que hace maldad, a la mañana siguiente vi a Adriana empacar y esperar el tren hacia Lima entre llantos y con la mirada perdida en el suelo. El huantino respondió a los antivirales y el suero, lo deje reposar junto a Doña Aura que no se despego de sus pies. Después de estos sucesos, todo empezó a mejorar o volver a lo normal, escuche entre la charla de los obreros, que en las noches escuchaban al curar hablar en latín entre los quinuales y a pedir perdón, algunos decían que Dios lo mando a castigar e hizo que una quinua se lo comiera, no sé qué tan cierto sea, lo que si se es que en poco tiempo el Huantino se caso, llego un nuevo cura y una nueva secretaria y yo gane un ahijado que mande a Lima estudiar junto a mi hijo.
 
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