Respuesta: Sobre ruedas.
Buena V super entrete tu historia a pesar de la tragedia de la primera parte pero quede con las ganas de saber la sorpresa del Ale D;
Escribes super bien mejor que jugando Castle Fight xD
Saludos y espero la 3 parte
Tomando en cuenta que para el Castle soy Dios.... tomaré eso como un cumplido
muy buena historia entretenida y adictiva ^^
me gusto mucho
Muchas gracias por las palabras.
Espero que también te guste el tercer capitulo
Me gustaron las dos partes del relato. Quiza no comparta el agrado arriba mencionado por los modismos locales, pero se pasa por que el resto del relato esta muy bien.
Por lo general escribo en español estandar. Pero me parecía raro que dos jovenes hablaran sin modismos...... tuve que optar
Si comparto, en cambio, el agrado por la escena en que Catalina "molesta" a Alejandro, mientras esperan el taxi; es el tipo de detalles que genera una cercania y un cierto "afecto" por el personaje. Por ultimo, decir que aunque suene morboso, este tipo de historias son las que mas me suelen gustar; esas en que los protagonistas sufren. Espero ansiosamente la continuacion, y mis felicitaciones por lo ya escrito, tienes gran capacidad de redaccion .
Si, en si la historia es un experimento, por eso la calidad de la misma puede ocilar durante los capitulos.
PD: Quiza en alguno momento me de por postear algo por estos lares, aunque no se si tengo algun texto en condiciones de que lo lea el publico (suelo ser muy poco constante con mis escritos).
Vi algo así, ya lo comento viejo
Ahora sin más preambulos el tercer capitulo:
Capitulo III
“Sorpresas y Sonrisas”
Corría a todo lo que daba, nunca lo entendió bien pero más que gustarle verle sonreír, le irritaba ver a la Cata triste y se había dado cuenta con los años, que algo le empujaba a hacer que se le pasara la pena. Ahora mismo no se le ocurría qué, pero sabía que lo que sea que hiciera tenía que partir por alejar a la Cata de esa puerta. Cuando dio la vuelta final, aminoró el paso, no fue algo consiente, simplemente ver a la cata sonreír sin motivo alguno, le impidió correr como llevaba haciendo, se acercó a saludarla como si no hubiera pasado nada, y ella empezó a mover la silla en dirección a él. Se agachó para saludarla de beso y, cuando estuvo a su alcance, la Cata hizo un inexplicable movimiento y se abalanzó sobre el Ale en un abrazo.
“¡¡Ale!!”-Grito la cata contenta descolocando al aludido con la reacción, la gente se dio vuelta con el grito justo a tiempo para ver como un sorprendido Alejandro perdía el equilibrio y caía de espaldas al piso, mientras era abrazado con fuerza por una radiante Catalina que caía sobre éste.
Rojo como un tomate el Ale pedía explicaciones
“Te echaba de menos”- dijo finalmente mientras levantaba la cara hasta quedar frente a la suya.
“Me viste en la mañana tonta”- respondió con vergüenza pues sabía que todo el mundo estaba mirando la escena que la Cata había montado.
“Si pero ni te apareciste antes de eso”- dijo fingiendo estar ofendida- “Dos semanas Ale”-le reprochó- “me abandonaste dos semanas”
“¿Y esto era necesario?”- preguntó el ale aun en el piso sin moverse
“Depende, ¿Qué tan rojo creí que ‘tai?”
“Según yo… ponme gafas y paso piola por Power Ranger"- la cata rompió en carcajadas y sacó la lengua
“Entonces sí, era necesario y estas perdonado” Sentenció
“Muy mal, porque justo ahora te llevaba pa’ compensarte esas dos semanas de abandono”- sonrió el Ale con suficiencia- “Y hay un pequeño problema”- La cata lo miró como asustada pensando que el Ale iba a cancelarlo todo- “no tengo idea de cómo voy a levantarme”
“Tonto, me asustaste”- la cata estaba aliviada- “deja que me salga pa’ que te levantí”
“Ni cagando”-contestó firme y sujetando a la Cata para que no se moviera de donde estaba, sin dar lugar a protesta- “Es como la tercera vez que te veo con un vestido puesto, y te conozco desde que éramos cigotos, sueña que voy a dejar que tengai una excusa pa’ cambiarte de ropa. No, no. Pon los brazos en mi cuello y deja ver cómo nos levanto” – haciendo uso de un equilibrio que no sabía que tenía el Ale, se olvidó de que lo veía medio mundo y trató de levantarse, cogiendo a la Cata en sus brazos, cuando logró ponerse de pie- y nadie sabe bien como lo logró- los presentes, que deben haber sido unos 25 o 30 pelagatos que se quedaron sapeando, le aplaudieron, casi se va de espaldas cuando recordó que era el centro de atención. No pasó mucho para que empezaran a gritarle cosas
“¡Sin que se caiga la novia!”- fue el primero que se entendió y hasta entonces ninguno se percató que eso parecían, el ale vistiendo semi-formal y la Cata con un vestido blanco. El ale se puso más rojo de lo que ya estaba y la cata abrió los ojos sorprendida. Pero luego vino lo inevitable, primero en una voz solitaria para convertirse en un coro -“¡El beso! ¡El beso!” – De rojo el ale pasó a blanco. La Cata, mucho más desinhibida y espontanea, simplemente se acercó al Ale y le besó la mejilla, el “publico” hizo sentir su disconformidad con una onomatopeya acorde seguido de un “¡En la boca!, ¡En la boca!” Con una sonrisa maliciosa, la Cata se acerco hasta que quedó frente a frente con el Ale, tenía una expresión juguetona casi felina en ella, el Ale por su parte estaba pálido y de no ser porque se golpearía la Cata, se hubiera dejado caer. Ella le miro a los ojos y a punta de gestos dijo algo así como “no nos queda otra” guiñó un ojo al Ale. Echó la cabeza hacia atrás como tomando impulso y le dijo que cerrara los ojos, le indicó al público que contara hasta tres. Meció su cabeza hacia adelante y la devolvió a su lugar “UNO”, repitió el movimiento el Ale sudaba frío “DOS”, comenzó por última a mecer su cabeza mientras como una estatua el Ale la sujetaba “TRES”, en un rápido movimiento y justo antes de llegar a la boca del ale, la Cata saco la lengua y pegó un lengüetazo que recorrió desde la barbilla hasta la frente de un atónito y perplejo Alejandro. Todos los demás rieron a carcajadas con la ocurrencia y nuevamente les aplaudieron, esta vez a la Cata. Muerto de vergüenza el Ale dejó a la Cata en su silla de ruedas y la empujó hasta la entrada de la Facultad acompañado por los vítores de prácticamente todos los estudiantes de pedagogía y uno que otro “Que vivan los novios” Acompañado de la marcha nupcial.
La cata se revolcaba de risa en su silla de ruedas, de haber podido mover las piernas patalearía, mientras soltaba las carcajadas. El ale por su parte, se mordía los labios para no reírse el mismo, quería aparentar estar enojado o al menos molesto por la ocurrencia de la Cata, cosa que no logró en lo más mínimo.
¡Ya!- dijo recuperando el aliento- ¿A dónde vamos primero?
-Es una sorpresa- respondió el Ale- es más, siguió sacando una cinta negra de su bolsillo- No quiero que veas hasta que lleguemos ahí- dijo vendándole los ojos a la Cata, consciente de que le había provocado al ale una mala pasada no hace mucho se asustó.
-Ale, si me dejai sola, aunque sea un minuto, no te vuelvo a hablar en lo que te quede de vida- le advirtió asustada
-Niña loca- respondió el revolviéndole el pelo- no te voy a dejar sola, es más, si no me creí, deja tu mano aquí- le tomo la mano derecha, y la cruzó hasta que tomo su propia mano izquierda- Así te asegurai de que no me aleje ¿tamos?-
-Bueno ya- sentenció conforme ella.
La condujo varios minutos, en los que empezaron varias conversaciones, pero ninguno le ponía mucha atención a lo que decía, la curiosidad se comía a la Cata y a su vez el Ale estaba ridículamente ansioso.
Destacaban entre la multitud de las calles, no solo por la silla de la Cata, que si bien no era común, no llamaba especialmente la atención, si no que hacían una pareja muy pintoresca, el, impecablemente vestido muy arreglado sin un solo cabello fuera de lugar, ella llevaba una venda en los ojos y hablaba como si la vida se le fuera en ello. La mano de él cruzaba por el cuello de la muchacha como abrazándola y empujaba la silla de ruedas en una posición aparentemente incómoda.
No pasó mucho tiempo para que llegaran a destino, la cata dio un respingo cuando notó un giro inesperado y como la empujaban por una rampa. Era un hecho; estaban llegando a destino. La ansiedad la carcomía, estaba impaciente a más no poder. ¿Qué era aquello que el Ale andaba tramando? Y ¿Por qué tanto misterio en ello? Pronto escuchó una voz que no reconoció.
-¡Don Alejandro!- Saludó la voz masculina- Lo estábamos esperando veo que trajo a
-¡Shhh! -le cortó Alejandro – Es una sorpresa. ¿Está listo ya?
Si claro, sígame- contestó sin darle a la Cata más información. La condujeron durante un corto tiempo, había un olor raro que por más que trató, no supo reconocer en el aire.
-Bien Catalina, creo que ya fue mucho- le dijo el Ale soltándole la mano- Quítate la venda
La Cata se apresuró a hacerlo, le tomó unos cuantos segundos sacarse la venda, otros cuantos a sus ojos a acostumbrarse a la luz. Se vio en medio de un taller y frente a ella un auto, nada muy ostentoso.
-¿Te compraste un auto?- Le dijo emocionada al Ale.
Sabia muy bien que el ale había estado trabajando y ahorrando desde hace años para comprarse un auto, le sorprendió que no fuera el que le había dicho que quería. Según recordaba, lo tenía visto desde hace tiempo.
-Si y no- respondió el Ale jugando. La Cata le miró sin entender nada- como ves mi querida Catita si evidentemente me compré un auto, pero es la sorpresa, al menos no la parte importante. Anda revísalo. – La cata le hizo caso, acompañada del hombre que los había conducido al lugar rodeó el auto lo revisó por dentro sin encontrar nada raro- Asientodelpiloto- El Ale hizo como que estornudaba para jugando darle una pista a la Cata. Esta se apresuró a abrir la puerta y se encontró con algo raro, junto al manubrio había una palanca rara.
-¿Y esto?-Preguntó-
-Déjeme explicarle señorita- le dijo el hombre que la acompañaba- Somos una empresa que se dedica a adaptar automóviles
-Alejandro ¿Le pusiste turbo?- La cata se preparaba para regañar al Ale por la imprudencia
No señorita, nosotros adaptamos vehículos para gente con necesidades especiales-Hizo una pausa-como usted- La cata abrió los ojos al máximo miró al hombre incrédula y luego al ale quien le sonreía desde donde estaba.
-Ale… ven-dijo con la voz entrecortada. Mientras veía que efectivamente el asiento no tenía pedales. El Ale se acerco a ella, hasta quedar al frente- ¿Por qué?- fue lo único que pudo decir.
-Porque ponerle rampas y adaptar los asientos salía más de lo que puedo pagar-
-Ale llevas años pensando en comprarte tu auto, y este no es- le dijo seria- trabajaste todos los veranos para comprártelo, ¡soñabai con eso!-
-Si lo tenía todo muy planeado- le dijo calmado- me compraba el auto, y ese mismo verano nos pegábamos un viaje por todo el norte del país en el. ¿Pretendiai que manejara yo todo el camino?- Terminó en actitud jocosa
-Ale esto es mucho más que eso- Alegó
-No cata- El ale estaba inusualmente firme. El tono juguetón de su voz desapareció- Mira, ya no voy a verte ir a las Olimpiadas. No voy a dejar que un imbécil borracho, me marque más aun y mucho menos que te marque más aun a ti- La firmeza de las palabras del Ale eran absolutas, por primera vez en su vida estaba decidido a ese nivel- Vamos a hacer todo lo que teníamos planeado hacer. Y me voy a hartar de verte reír, no te pienso volver a ver bajoneá por esto- Terminó tomando la silla de ruedas de la Catalina, ésta lo miraba atónita y se lo quedó viendo sin poder pronunciar palabra alguna aprovechó la proximidad del Ale y lo atrapó entre sus brazos justo antes de ponerse a llorar.
-Imbécil- mustió entre sollozos apretándolo fuerte
-Yo también te quiero- Le respondió el volviendo a sonreír. Tenía el pulso acelerado estaba muy emocionado, no tenía planeado dar ese discurso. Fue como sacarse un peso de encima. Soltaron el abrazo y comenzó un silencio incomodo. Que rápidamente fue roto por el gerente de ventas que les acompañaba.
-Muy bien Don Alejandro- Dijo fijando la atención de ambos en él- ¿Esta todo en su lugar? ¿Está satisfecho?
-Si – respondió rápidamente volviendo a la normalidad- por supuesto Don Fabián- El hombre ya sabía la respuesta del Ale, pues este había venido a ver el auto en la mañana. Para asegurarse de que todo estuviese en orden. Agradeció de corazón que lo sacaran del apuro.
-Entonces aquí tiene las llaves- Dijo extendiendo la mano entregándoselas- y la copia de seguridad- Agregó.
-Entonces Cata ¿Nos vamos?-La cata accedió y se dejó conducir hasta el asiento del copiloto. Y el ale la condujo hasta el restaurant, era uno de esos ridículamente caros, esos donde había que hacer reservaciones y con nombre francés tan complicado que el Ale nunca pudo recordarlo o pronunciarlo. Un garzón, porque ahí no se podían llamar meseros, los condujo hasta la mesa y les tomó la orden.
-Tamo pudientes- dijo la cata mirando el lugar
-Se hace lo que se puede- rió el Ale- Te dije que tenía que recompensarte
-Te taba molestando Ale- dijo la cata tratando de ser seria- Si me acuerdo lo que me dijiste en el hospital- Las sonrisas se borraron de sus rostros al recordar el momento.
-Y lo reafirmo Catalina- dijo aún serio- Y esto es solo el principio, para cuando volvamos del viaje en auto, te vai a olvidar de que alguna vez te sentiste así.- La cata solo sonrió ante las palabras del Ale, una sonrisa que perduró durante la velada, hablando de las cosas que tenían que hacer, de la cata sacando su licencia de conducir, del viaje que tenían pendiente. El ale se guardó un par de sorpresas, como se guardó la verdadera intención de la velada, había cumplido, y con creces. Bastaba una mirada a la Cata, a él al menos, para darse por satisfecho. Esa sonrisa, “Catalínica” como le llamaba el, hizo que todo valiera la pena.
P.D:
Se que el final del capitulo decae mucho, pero es de transición asi que no pude hacer mucho para hacerlo entretenido sin forzar demasiado los hechos. preferí ir con calma, mis disculpas si disgusta.
Cabe decir que este es el capitulo más sujeto a cambios.