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Xavo
Guest
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No importa lo que me digan, ni las caras que me hagas. Admito abiertamente que soy un adicto. ¿Cómo no serlo en una sociedad que, prácticamente, me obligó a probar el cigarro desde niño?
En ese momento, fumar era cool. Era la onda. Podías ver a gente cual chimenea dentro de un restaurant. Ahora eres una persona non grata. Un estúpido que le regala su dinero a las tabacaleras (Abraham Zabludovsky dixit).
Aún así, desde niño te hacen aborrecer el humo del cigarro. Parecen programarte mentalmente para tirar a la basura la cajetilla de cigarros de tu papá. Casi con toda seguridad, el niño al convertirse en adulto se transformará en ese estúpido antes mencionado.
La primera vez que lo pruebas te hace toser, pero una sola vez basta para quedarte enganchado a ese sabor ácido y amargo al mismo tiempo. Sabes que inconscientemente ese sorbo te mata poco a poco. Aún así lo disfrutas cual si fuera el último.
A pesar de que tratan de alejarme de mi gusto no tan culpable, no lo lograrán. Ya pusieron mensajes en la cajetilla de que era posible amenaza de cancer. Ya no hay anuncios de estos en la TV. Los mensajes antitabaco se hicieron más agresivos. Ahora hasta un grabado de un feto está impreso en la cajetilla. No me interesa lo que me digan. Seguiré fumando.
Es por eso que me sorprenden aquellos pequeños ilusos que piensan que con aumentar el precio del cigarro dejaré de fumar y/o fumaré menos. ¡Pobres ilusos! Ya antes le han subido el precio drásticamente a los cigarros, y no dejé de fumar ni tantito.
Algunas veces he pensado en dejarlo, pero el simple hecho de ser un apestado social tiene lo suyo. A pesar de todo, no aceptaría un poco de aceptación de los hipócritas sociales a cambio de abandonar el dulce sorbo de un cigarro. Ese dulce sorbo que poco a poco me mata silenciosamente.
--
Este es un cuento corto/narración/no-sé-como-llamarlo que se me ocurrió al escuchar la noticia del aumento de cinco pesos a la cajetilla de cigarros y la reacción que tuvo la sociedad a esto. Sumado al hecho de que en las mismas cajetillas ponen imágenes de lo que puede causar el cigarro a largo plazo. Parece que los fumadores en cierta forma son tratados como si fueran niños de 6 años que no saben lo que hacen.
Cualquier crítica es aceptada . Gracias
En ese momento, fumar era cool. Era la onda. Podías ver a gente cual chimenea dentro de un restaurant. Ahora eres una persona non grata. Un estúpido que le regala su dinero a las tabacaleras (Abraham Zabludovsky dixit).
Aún así, desde niño te hacen aborrecer el humo del cigarro. Parecen programarte mentalmente para tirar a la basura la cajetilla de cigarros de tu papá. Casi con toda seguridad, el niño al convertirse en adulto se transformará en ese estúpido antes mencionado.
La primera vez que lo pruebas te hace toser, pero una sola vez basta para quedarte enganchado a ese sabor ácido y amargo al mismo tiempo. Sabes que inconscientemente ese sorbo te mata poco a poco. Aún así lo disfrutas cual si fuera el último.
A pesar de que tratan de alejarme de mi gusto no tan culpable, no lo lograrán. Ya pusieron mensajes en la cajetilla de que era posible amenaza de cancer. Ya no hay anuncios de estos en la TV. Los mensajes antitabaco se hicieron más agresivos. Ahora hasta un grabado de un feto está impreso en la cajetilla. No me interesa lo que me digan. Seguiré fumando.
Es por eso que me sorprenden aquellos pequeños ilusos que piensan que con aumentar el precio del cigarro dejaré de fumar y/o fumaré menos. ¡Pobres ilusos! Ya antes le han subido el precio drásticamente a los cigarros, y no dejé de fumar ni tantito.
Algunas veces he pensado en dejarlo, pero el simple hecho de ser un apestado social tiene lo suyo. A pesar de todo, no aceptaría un poco de aceptación de los hipócritas sociales a cambio de abandonar el dulce sorbo de un cigarro. Ese dulce sorbo que poco a poco me mata silenciosamente.
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Este es un cuento corto/narración/no-sé-como-llamarlo que se me ocurrió al escuchar la noticia del aumento de cinco pesos a la cajetilla de cigarros y la reacción que tuvo la sociedad a esto. Sumado al hecho de que en las mismas cajetillas ponen imágenes de lo que puede causar el cigarro a largo plazo. Parece que los fumadores en cierta forma son tratados como si fueran niños de 6 años que no saben lo que hacen.
Cualquier crítica es aceptada . Gracias