Con Sabor a Azufre.

El sentimiento de la vida en muerte, y la muerte en vida se cuestiona cada segundo en todo el mundo, esta afirmación es correcta, ya que aunque no sea una persona la que piensa en esto, en el mundo por lo menos alguien piensa “¿Qué demonios pasará cuando me vaya?”; pero ¿qué pasa con aquél que se mantiene con ese pensamiento y llega al límite de la locura para encontrar una respuesta que no se ha respondido desde hace centenares de siglos?, temo acertar que la respuesta no la podré dar, así que estimado lector, le pido que me perdone, pero le compensaré con una historia sobre aquel enigma.

“La vida está llena de sabor” suena el eco de una voz fuerte clamando a través de lo que alguna vez fue un foro; “así será hasta el último segundo de esta, pero pasando ese último segundo, ese último respiro, el espectador solo verá un estado de silencio llamado muerte, y en este estado tan simple, monótono y aparentemente sin sentido para aquel observando, se enmarcará la duda de ¿Qué pasó con aquel ser lleno de vida?” Aquellas ruinas cada vez van tomando mayor forma con cada palabra transformándose en un elegante escenario donde una sombra se mueve de manera contundente en el, cada movimiento le representa y cada palabra le da un color “Solo les muestro el vacio que llamamos tierra y que no es más que el preludio de una sinfonía perdida.” Aquella frase y sonido muestra y desvela la idea de aquel filósofo, un hombre de ojos fríos, experimentado en años, sin mostrar vejez, emanando respeto, y al mismo tiempo inspiración, que dando fin a su discurso, recibía calmadamente el vitoreo del público.

Lentamente sale con cansancio en su ser, su propio auge le ha costado parte de sí, aleja al publico de su sendero ya no lo quiere ver más, y sale de aquel asfixiante lugar, piensa poco, el mundo hace mucho que acabó para él y ahora nada le importa su alrededor, no le interesan las amorfas sombras sin dueño, ni la gente sin rostro que se le fuere a acercar, esta vez solo deja que sus recuerdos posean poco a poco su mente mientras se acerca cada vez más a su entrañable hogar.

Llega a aquella casa, solitaria y fría, una verdadera obra de decadencia, diseñada por nada menos que el tiempo, decadencia gélida, orquestada de forma perfecta haciendo de ese lugar un teatro de recuerdos y desolación, lentamente aquel hombre se sienta y observa con tristeza la pared del lugar, viendo como mansamente el sonido de la derrota empieza a oírse con más fuerza, llora el hogar con notas de discordia que perezosamente deshacen su propia imagen, aquellas palabras que alguna vez le dieron fuerza y color a su mundo no son suficiente para ocultar el daño que causo su propia banalidad, el espacio se vuelve nulo, la inconsciencia del pasado es de pronto olvidada, y su imagen del futuro es tan borrosa como la suya, ya casi nada es visible, ni siquiera su presencia, puesto que el tan solo es un espectro que lamenta… sólo al final se escucha una última carcajada que de forma lenta se desvanece, cómo un nombre en el tiempo.​

"Que el poeta no necesariamente debe estar loco para lograr su arte, pero el estar loco lo lleva a niveles de pensamiento inalcanzables.
Sin embargo aquel que esta loco es un poeta, ya que sólo un loco puede producir poesia disonante"

"Pero advierto el no confundir a la locura con la demencia, ya que la demencia es la pérdida misma de la mente, mostrando a la bestia del hombre, perdiendo la escencia del ser humano"

"Por que acaten esto: hay muchos hombres y mujeres, pero ¿Cuantos de nosotros somos Seres humanos?"​