La Fórmula del Superhéroe

unfauglith

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Más allá del tiempo y el espacio.
La Fórmula del Superhéroe​

El hombre despertó de golpe, acalorado y agitado en la oscuridad.

Miró en todas direcciones, incapaz de recordar donde se encontraba. No se animaba a decir palabra alguna, ni a levantarse. Había tenido un sueño muy intenso y vívido, y su recuerdo aún lo estremecía.

Entonces la habitación se iluminó mediante unas lámparas en el techo, mostrando una habitación espaciosa pero poco amueblada, con un pasillo que daba a un baño y otro que daba a una cocina, además de una puerta que debía ser la entrada. El suelo, las paredes y el techo eran de metal.

La puerta, que era corrediza y aparentemente automática, se abrió al mismo tiempo que las luces se encendían, y por ésta entro un hombre de porte militar, vestido con un traje negro.

– ¿Dónde estoy? – preguntó alarmado el hombre que acababa de despertar.

– En una base militar del gobierno de los Estados Unidos – respondió el recién llegado con voz automática y atenta, casi como si se tratara de un robot asimoviano, aunque con desconcierto en su mirada. – ¿No lo recuerda?

– ¿Debería…? – el hombre aún en la cama se llevó las manos a la frente, tratando de disipar los recuerdos del sueño y concentrarse. – ¿Quién soy, porqué estoy aquí?

Un deje de pánico se asomó al rostro de su interlocutor, sin embargo el hombre trajeado casi inmediatamente recuperó la compostura.

– Es usted Star Sentinel, el protector del planeta tierra. Usted vive aquí, cuando no está ocupado salvando al mundo, claro.

A la vez que hablaba, el hombre señaló una silla cercana a la cama, sobre la cual descansaba un traje en colores rojo y amarillo.

Star Sentinel miró el traje que había llevado puesto apenas unas horas antes, estupefacto.

Luego de unos segundos, comenzó a recordar los acontecimientos del día anterior, y de más atrás.

Era verdad. El tenía grandes y asombrosos poderes más allá de los de cualquier humano, y usaba esos poderes para mantener a salvo al planeta y sus habitantes. Sin embargo, había algo más que no encajaba.

– ¿De donde vengo? ¿Cómo obtuve éstos poderes?

El hombre de traje, viendo que al parecer la conversación no iba a terminar pronto, arrastró una silla y se sentó cerca de la cabecera de la cama antes de responder.

– Usted viene de un planeta lejano. La verdad es que nuestros especialistas aún no han podido determinar exactamente cual, y la búsqueda se vuelve más difícil considerando que su planeta… explotó.

Star Sentinel miró al hombre con la boca entreabierta. El hombre de traje continuó:

– Usted logró escapar de su mundo natal y llegó casi por accidente a este planeta. Esto ocurrió hace unos siete años terrestres. Desde entonces usted dedica su vida a proteger este planeta y sus habitantes.

– No… no tiene sentido – dijo el hombre sentado en la cama, confundido.

– Espere un momento dijo el hombre de traje, algo contrariado, y salió de la habitación.

El hombre tardó unos diez minutos en volver, tiempo que Star Sentinel aprovechó para levantarse de la cama. Buscó algo que ponerse, pero la única ropa que había en la habitación era su colorido traje, al que ahora no podía evitar mirar con desconfianza, pero no le quedó otra opción más que ponérselo.

Cuando el hombre volvió, miró con buenos ojos el que el héroe se hubiera puesto su traje, en el pecho del cual resplandecían un par de “S” entrecruzadas.
Mostró lo que había ido a buscar; un mueble móvil sobre el que llevaba una televisión y un reproductor de dvd.

Colocó el mueble frente a la cama, en el centro de la habitación, conectó los aparatos y puso a reproducir el disco que estaba en el dvd.

– ¿Qué es lo que va a mostrarme? ¿Y quien es usted, por cierto? – preguntó Star Sentinel con franca curiosidad.

– Mi nombre es Alan Green, soy, por decirlo de alguna manera, el intermediario entre el gobierno de los Estados Unidos, y usted. Y esto que voy a mostrarle es la primera entrevista que le hicieron. ¿Quién mejor que tu mismo para responder a tus dudas?

Efectivamente, cuando el video comenzó, Star Sentinel se vio a si mismo en la pantalla, con su traje puesto y su cabello más largo, como única evidencia de que aquello había sido gravado en otro tiempo. Una mujer de cierta cadena de noticias era la encargada de la entrevista.

– Durante las últimas dos semanas, se han reportado en varios lugares del mundo la presencia de un individuo volador que ha evitado accidentes y catástrofes, y salvado personas. ¿Es usted ese individuo? – preguntó la reportera en el video.

– Hasta donde yo se, soy el único que puede hacer lo que hago, así que creo que si – se escuchó a si mismo Star Sentinel en el video.

– ¿De donde obtuvo estos increíbles poderes?

– No me creerías si te lo dijera. Solo digamos que no soy de por aquí.

Un segundo de silencio. La reportera, algo desconcertada, echó una mirada a la hoja en la que debía tener anotadas las preguntas que tenía pensado realizar.

– ¿Porqué hace lo que hace?

– ¡Que pregunta! – exclamó Star Sentinel, y respondió a su entrevistadora: – Si usted pudiera hacer lo que hago yo, ¿no haría lo mismo?

La entrevista continuaba por una media hora, durante la cual la reportera siguió preguntando por el origen de Star Sentinel, así que éste se vio en la necesidad de responder que venía de un planeta que había sido destruido.
La reportera, incrédula, hizo referencia a las similitudes bastante marcadas con cierto ícono de la cultura mundial, y más específicamente de los comics; el personaje responsable de la creación del termino “superhéroe”.

– Lo único que puedo decir a mi favor, es que tengo noventa años terrestres, así que habría que replantearse la cuestión de quién le copió a quién – fue la respuesta del héroe.

En éste punto, Star Sentinel dio la entrevista por terminada, asegurando que se le necesitaba en otro sitio, y salió volando del lugar.

– ¿Qué te pareció? – preguntó Alan Green, a la vez que desconectaba la televisión y el reproductor.

Star Sentinel se frotó las sienes con los dedos, atormentado.

– Lo recuerdo – dijo al cabo. – Recuerdo esa entrevista. Recuerdo haber salvado a un montón de gente, incluso recuerdo el impacto de mi nave al llegar a este planeta.

– Entonces, ¿Cuál es el problema, Star? – preguntó Green, con gesto tranquilizador.

– Tuve un sueño – explicó Star Sentinel, con lentitud. – En el sueño, yo no era de otro planeta ni tenía superpoderes. Era un hombre común y corriente, nacido aquí en Estados Unidos, y estaba casado, y tenía un hijo.

Alan Green estaba sudando nerviosamente, pero trataba de parecer lo más calmado posible.

– Probablemente confundiste tus recuerdos – afirmó mientras se alfojaba un poco la corbata. – Es decir, no siempre fuiste un superhéroe ni un extraterrestre. En tu planeta natal tenías una vida normal, y eras un hombre común y corriente. Seguramente tus recuerdos de aquella época se mezclaron con lo que has aprendido de la cultura humana.

– Podría ser – reconoció Star Sentinel, aliviándose un poco. – Pero ahí hay otro problema; no recuerdo nada de cómo eran las cosas en mi planeta natal, todo lo ocurrido antes de mi llegada a la Tierra es confuso.

Alan, que ya se había tranquilizado un poco, volvió a ponerse en tensión.

– Eso es por que sufriste un trauma, Star. Cuando accediste a cooperar con el gobierno de los Estados Unidos para hacer del mundo un mejor lugar, fuiste sometido a algunos exámenes psicológicos. Durante éstos, declaraste no recordar lo ocurrido en tu planeta natal, pero accediste a someterte a sesiones de hipnosis. Durante las sesiones, nos hablaste de mucho sobre tu planeta, la forma en la que fue destruido, y que lo viste todo en primera fila, siendo el único sobreviviente. Tu inconciente bloqueó todos esos recuerdos.

Star Sentinel asintió lentamente y con pesar.

– ¿Entonces yo tenía familia? Por que en mi sueño estaba casado, y tenía un hijo, y era tan real…

– Lo siento mucho Star, de verdad – dijo Alan Green, al tiempo que le daba una palmada en el hombro a Star Sentinel, palmada que éste, con su cuerpo invulnerable, no pudo sentir.

Entonces, sin previo aviso Alan Green se llevo la mano a su oreja y habló por lo que debía ser un comunicador imperceptible a simple vista.

– Entiendo. Estoy con él, le diré que se encargue – dijo Alan Green a su interlocutor invisible, y luego habló dirigiéndose a Star Sentinel: – Hay que salvar el mundo, hombre.

– ¿Qué ocurre? – preguntó Star Sentinel al momento.

– Se rompió una presa en China, miles de vidas están en peligro – al mismo tiempo que decía esto, Alan le extendía a Star Sentinel un pequeño comunicador, para que se lo pusiera en la oreja. – Con esto te daré los detalles mientras vas para allá.

Inmediatamente después, se abrió una compuerta en el techo de la habitación, mostrando un largo y amplio ducto que terminaba varios kilómetros más arriba y daba al exterior.

Sin dilación, Star Sentinel despegó del suelo y salio volando a vertiginosa velocidad por el ducto.

Una vez solo en la habitación, Alan Green salió de ésta y entro en una contigua, con un diseño similar. En ella, había un hombre con pintas intelectuales, algo calvo y con anteojos, que tenía las manos sobre la cabeza, y una mueca de desesperación en el rostro.

– Dígame de nuevo porqué hacemos esto, teniente Green – dijo el hombre, al ver entrar a Alan.

– Usted lo sabe bien, profesor. El mundo necesita un héroe, un héroe en todos los sentidos. La gente necesita a alguien que los salve, y que les brinde esperanza también. Y es nuestro trabajo darle eso a la gente.

– ¿Y por eso debemos hacerle esto a ése pobre hombre?

– ¿Pobre? Puede volar, es invulnerable y tiene súper fuerza. Muchos lo envidiarían.

– ¡Le quitamos su vida! Nos deshicimos de su esposa y de su hijo, incluso de sus amigos más cercanos y de sus padres, y ni siquiera me atrevo a preguntar como fue que lo hicimos.

– Era necesario, profesor. No podíamos arriesgarnos a que Star descubriera que los recuerdos que le implantamos son una mentira.

– Esto es lo más bajo que hemos caído. Y la historia de que viene de otro planeta es francamente estúpida. ¿Los psicólogos no pudieron pensar en algo mejor?

– Ya probamos otras ideas que parecían más creíbles, y no tengo que recordarle los estrepitosos resultados. Star Sentinel es nuestro quinto intento de crear un superhéroe. El proceso genético para otorgar súper poderes prácticamente ha sido perfeccionado al máximo. El problema es que todos aquellos a los que sometimos al proceso han desarrollado tendencias psicópatas y han terminado perpetrando terribles asesinatos y masacres. Las investigaciones han revelado que el origen de estas tendencias no es un efecto adverso del proceso genético que otorga los poderes, sino que se genera a partir de la incapacidad de sobrellevar la infinita superioridad que otorgan los mismos.

– Entiendo todo eso – respondió el profesor con impaciencia. – En pocas palabras, cuando le damos súper poderes a alguien, ésta se siente tan superior al humano común y a su sociedad, que la vida humana y todo lo que la rodea termina por dejar de tener valor para el súper ser, lo que termina por convertirlo en un homicida. No por que sea malo o violento, sino por que deja de vernos como personas y comienza a vernos como hormigas.

– Efectivamente, profesor. Cuando se descubrió el proceso genético para otorgar súper poderes, se dijo que teníamos la fórmula del superhéroe. Pero en realidad solo tenemos la mitad de la fórmula. Tenemos los súper poderes, solo nos falta encontrar a una persona psicológicamente preparada para tenerlos.

– ¿Y a quién se le ocurrió que con hacerle creer a Star Sentinel que viene de otro planeta conseguiríamos la psique perfecta para esto? – preguntó el profesor, irritado.

– Le seré franco, profesor. En este punto, estamos haciendo las cosas a prueba y error. No estamos seguros de que Star Sentinel vaya a ser nuestro superhéroe definitivo, y dado lo que acaba de pasar, con el sueño que acaba de tener, es muy probable que no lo sea. Pero cada vez duran cuerdos mucho más tiempo, así que nos estamos acercando.

– Aún no me responde la pregunta, Green. ¿Porqué hacerle creer que viene de otro planeta?

– Usted lo sabe, pero si quiere que lo complazca diciéndolo, esta bien. Lo que queremos es un Superman, profesor. Un hombre que no solo sea súper poderoso, sino que además sea incorruptible, bueno, noble y correcto. Por definición, un hombre así es imposible, es algo que solo vemos en un comic. Pero es el modelo ideal para lo que queremos lograr, y mientras más similitudes tenga nuestro experimento con el personaje que tratamos de emular, más se comportará el experimento como el personaje.

El profesor soltó una leve risotada.

– ¿Entonces por eso el experimento anterior fue un muchacho criado en una granja por una pareja de viejos conservadores? – preguntó.

– Así es, profesor. Si éste experimento falla (que es lo más probable), el siguiente será una combinación de ambos.

– ¿Y cree que viviremos para verlo? – preguntó el profesor con una sonrisa traviesa.

– ¿Por qué no habría de ser así? – preguntó Alan Green, con una sonrisa amable.

– Incluso si Star Sentinel no se vuelve loco y decide matar a todos los que tenga cerca, es muy probable que descubra lo que le hicimos, a sus recuerdos y a su familia. Y no nos lo perdonará.

– Vamos, tranquilícese profesor. Recuerde el pequeño sistema de apagado que le implantamos a todos los experimentos antes de someterlos al proceso, luego de que el primero realizara una tremenda masacre y tuviéramos que usar un arma nuclear para erradicarlo.

– Lo recuerdo muy bien, teniente. Yo supervisé todos esos procedimientos, y hasta ahora no nos han fallado. Pero no podemos seguir arriesgándonos así.

– Darle al mundo un superhéroe, profesor. Mi vida vale el precio.

– Con todas las cosas terribles que hemos hecho hasta ahora en nombre de éste proyecto, Green, su vida no cubre ni una décima del precio.

– Guárdese sus opiniones, profesor. Y espero que no vuelva a tener otro de estos arranques de conciencia, porque pensamos darle súper oído al próximo experimento.
 
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