¡Un tanto impulsivo!

el_nemo_o

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La tormenta había pasado. El cielo estaba limpio. El sol, fuerte, picaba. Y todo estaba pegajoso.
El trabajo en la oficina había estado tranquilo. Descontando, claro, que había tenido que aguantarme durante media hora a la señora Bannús quejándose del tiempo. La señora Bannús es lo mas parecido que conozco a una cruza entre un pavo y una cotorra.
Pero eso había sido hoy temprano. Ahora me encuentro atendiendo a dos caballeros. Trato de ser simpático.
El tipo que está parado frente al escritorio viste un sobretodo negro (?), anteojos oscuros, guantes; y una pistola con silenciador en su derecha (??).
Este tipo me recuerda a un personaje secundario de una novela que leí hace tiempo, lo habían torturado, haciéndolo pasar frió durante mucho tiempo. Por eso siempre andaba muy abrigado. ¡Siempre!
Entro a sospechar de esta gente.
El tipo abre la boca para decir algo, pero no llega a decir mas que un “uhhh”. Cortesía de una abrochadora de fierro, que le doy de lleno en su cara.
Lo agarro del brazo, escritorio de por medio, tratando de quitarle el arma. Esta se queja dos veces, de forma ahogada. Los plomos dan en la pared, por allá atrás.
Lo ayudo a que su mentón sienta intensamente el borde de mi escritorio. No me lo agradece, solo se limita a desmayarse.
Desconsiderado.
El protagonista del libro era un enano de circo devenido en profesor universitario, de criminología. ¡Que tal! .
Un estruendo, seguido de un doloroso orificio en mi hombro izquierdo, me invita a recordar al otro tipo.
Este no usa ni sobretodo; ni anteojos; ni guantes; ni silenciador, claro.
La silla, a mis espaldas, vuela hacia él. Se agacha. La silla va a dar contra la vidriera que nos separa de la calle.
Antes de que reaccione, me lanzo contra él. Le doy una patada, de puntín, en la mano que sostiene el arma. No la suelta, pero casi. Se para a medias. Me agarro de él, trato de quitarle la pistola.
Tomados así, el uno del otro, damos unas cuantas vueltas. Mientras, la bufosa decora las paredes con agujeros humeantes y hace pedazos el gran ventanal, ya castigado por el sillazo.
De golpe el arma deja de quejarse. Nos miramos. Yo lo tengo agarrado del brazo derecho con las dos manos. Él me tiene del cuello con su mano libre.
Reacciono primero, le doy un cabezazo en el tabique. Me suelta, tropieza y cae por la vidriera, en plena vereda.
Recojo del suelo la pistola enmudecida del primero, del que quedó desmayado.
El otro trata de pararse. No lo logra. Una bala en su cabeza lo interrumpe.
Sus sesos por mi hombro. ¡Que joder!
Miro, por la vidriera rota, como me mira la gente que se amontona en la calle.
¿Quién dijo que el trabajo de oficinista es aburrido? ¡y eso que trabajo en una mutual odontológica!
Repasemos: la oficina completamente acribillada, mi hombro izquierdo chorreando un espeso líquido punzó, un tipo desmayado, un tipo muerto, y ni la mas puta idea de saber siquiera quienes son; y, mucho menos, que querían.
¡A veces soy un tanto impulsivo!
Esto no le va a gustar nada a la policía. Esto no le va a gustar nada a mi patrona. ¡Esto no me gusta nada a mi!
La Sombra Fatídica se llama, el libro del enano y el friolento.
Me duele el hombro. Ya no me siento tan simpático…
 

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Leyenda épica
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Respuesta: ¡Un tanto impulsivo!

me gusto....realmente :tup:

tiene algo que me agrada, no puedo saber que, no se si como esta escrito o el ritmo, pero me encanta
 

el_nemo_o

Novenero
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Mar 13, 2011
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Respuesta: ¡Un tanto impulsivo!

Secuela de "la femme fatale y el oficinista". Ambas la van de relato policial o noir, y se quedan a mitad de camino. Narradas en primera persona. Con la diferencia de que esta es prácticamente un monologo, bah una narración sin diálogos.
Te agradezco el comentario :)
Y pregunto: q no te gusto? es decir, una critica es mejor q un alago :D
 
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