(Torneo de Cuentos) “Tres Meses”

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Perseguido Político
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Ahí van nuevamente. Los errantes. Los muertos que caminan (pero no están muertos). Cruzando el estacionamiento del solitario centro comercial otra vez, sin rumbo fijo. Pero esta vez es diferente. José Luis está seguro de que esta vez, saben donde se encuentra.

José Luis no recuerda como todo se fue al carajo tan rápido. En su mal pagado empleo como almacenista del supermercado, veía mucha televisión. Los noticieros mexicanos decían que empezó en Estados Unidos, pero pronto se expandió por todo el mundo. Los aviones, barcos y el hecho de vivir junto al país que más armas químicas tiene en el mundo no ayudó mucho. En cuestión de días había reportes de muertos vivientes en todas las ciudades importantes del país, y la realidad es que la policía y el ejército no estaban preparados para todo lo que pasó (José Luis justificaba el hecho de que si Estados Unidos no pudo, los demás países menos podrían). Pronto llegaron a las ciudades pequeñas, como la de José Luis. No pasó mucho tiempo para que algunos de los vecinos de la cuadra se contaminaran, y él pensó quedarse en su pequeño departamento de una habitación hasta que las cosas mejoraran. Pero si los ladrones entraban todo el tiempo al cuchitril en el que vivía ¿Qué detendría a esos seres asquerosos de entrar a devorarlo?

Esa madrugada a José Luis se le ocurrió la solución: El almacén del supermercado. Tenía suficiente comida enlatada para durar meses, quizá años, y una planta de energía eléctrica con combustible diesel que aguantaría si los servicios dejaban de funcionar. Y lo más importante, sólo él tenía la llave –y sus supervisores de la gran ciudad también, pero probablemente en esos momentos estaban siendo devorados-. Se llevó algunos cobertores y ropa, y no demoró mucho en entrar al almacén y cerrarlo por dentro. Para la mañana se había instalado cómodamente –a pesar del ruido de las ratas que siempre habían merodeado el lugar-, iluminado por la pequeña televisión instalada en el lugar. Pero las cosas no durarían así mucho tiempo.

José Luis tuvo tiempo a solas para pensar en sus compañeros del supermercado, muchos de los cuales odiaba en su solitario trabajo. En su madre, fallecida dos años atrás. En los dos hermanos que emigraron a los Estados Unidos, probablemente muertos para esos momentos. En realidad, ninguno de ellos le importaba mucho. Él era solitario, sin amigos. Trabajaba para no morir de hambre, ya que no le gustaba la escuela tampoco. Su ex, Karen, hacía mucho tiempo que se había alejado de él. Comportamiento autodestructivo, dijo, antes de cerrar la puerta por última vez. José Luis sonrió, pensando lo que Karen diría acerca de su exitoso plan para salvarse los muertos vivientes. Probablemente ellos ya se la comieron a ella y su odiosa familia. -Bien, se lo merece la perra- pensó para sus adentros.
Los noticieros eran caóticos. La información era poco clara y tendenciosa (¿50 contaminados de forma oficial en todo el país? José Luis había visto más de 100 pasar frente a la pequeña ventana que da al estacionamiento solo esa mañana). Pronto dejaron de transmitir en vivo y solo pasaban películas viejas en todos los canales, una y otra vez. Con su teléfono celular escuchaba canciones en estaciones de radio, pero pronto solo se escuchó estática. Entonces empezaron los gritos y golpes. La gente corría despavorida por las calles buscando refugio, pero ninguno pudo atravesar los gruesos barrotes del supermercado. Algunos golpeaban las puertas del almacén, pero José Luis no se molestaba en hacerles ver que estaba adentro. Tal vez estaban contaminados, tal vez intentarían quitarle su refugio. La gente seguía corriendo y gritando en otra dirección. Pronto los gritos terminaron. Fueron devorados o se volvieron parte de ellos, seguramente. José Luis no sentía culpa. Pronto dejó de tener sentimiento alguno, si es que alguna vez lo tuvo.

Luego empezó a pensar en esa chica del supermercado que le gustaba, Mayte. Su cabello ondulado olía a perfume siempre que estaba cerca de ella. Pero como muchas cosas, José Luis nunca se atrevió a decirle lo que sentía, aún y cuando tenía su número de teléfono por cuestiones de trabajo. Una noche se armó de valor para llamarla, y contarle sobre su refugio. Tal vez así podría enamorarla, y cuando todo terminara se casarían y tendrían hijos… ¿tres? ¿Cuatro? Dejó de pensar en eso cuando se dio cuenta de que ya no existía señal de teléfono móvil. Maldita sea, ojalá que no se haya convertido en una de ellos. Sería… asqueroso, pensó José Luis.

Esa noche un automóvil se estacionó enfrente del almacén. Casi al mismo tiempo, el radio-comunicador de empleados crujió por primera vez en semanas. José Luis se enojó al reconocer la voz: Jorge, su odioso supervisor, que no dejaba de burlarse de él todos los días y humillarlo, a veces enfrente de todo el mundo, incluso frente a Mayte.

- José Luis, sé que estás ahí. Por favor, ábrenos. Ya no tengo combustible, no tengo a donde ir. Mi esposa y mis hijos pequeños vienen conmigo. Por favor, solo tienen 3 y 5 años. ¡Por favor, van a matarnos aquí afuera y lo sabes! Por favor…

José Luis se puso nervioso. Empezó a caminar en círculos… es la persona que mas odiaba en el trabajo, pero… su esposa….sus hijos… ellos no tenían la culpa. Pero es una persona mala… si estuvieran en la misma situación pero al revés, estaba seguro que Jorge no lo dejaría entrar. Él…

La voz de Jorge en el radio-comunicador se convirtió en gritos, de él y su familia. Asomándose por la ventana, José Luis se dio cuenta de que estaban siendo atacados por los muertos vivientes… siendo devorados vivos. Podía ver su sangre y vísceras desde ahí. Apagó el radio-comunicador. Se sintió aliviado de que no pudo hacer nada para salvarlos. Todo estaba bien, así que decidió que era hora de cenar.
La comida en el almacén estaba bien. Nunca fue un buen cocinero, pero podía hacer sándwiches de jamón congelado, salchichas embutidas y cosas así de sencillas. El problema era almacenar la basura, ya que las ratas se habían multiplicado, y pasaba muchas horas buscándolas y cazándolas con un mazo que tenía para revisar llantas de tráiler. Pronto José Luis se dio cuenta de una pequeña falla en su plan: tenía muy poca agua potable disponible. Los repartidores de agua, refrescos y jugos nunca entregaron a tiempo los pedidos, debido al calendario cuando los ataques comenzaron. Bien, no importaba mucho. Tenía comida y electricidad. Podría aguantar un poco más.

Llegó el día en que la electricidad se terminó, y José Luis echó a andar la vieja planta de energía. Pero el suministro era limitado –malditos recortes de presupuesto-, y el mismo día en que dejaron de transmitir todos los canales de radio y televisión, la planta se apagó. A la luz de velas almacenadas en el supermercado, se dio cuenta de su precaria situación. Solo tenía medio garrafón de agua para beber, muchas latas y comida descomponiéndose en los refrigeradores sin electricidad –comida que las ratas pronto descubrieron y devoraban con fervor.- Pero había solución. Tenía la llave de un acceso lateral al interior del supermercado, donde había mucha agua potable disponible y más comida. En otro momento, entrar así sería un delito grave, pero en ese momento al parecer ya no importaba. Lo único que tenía que hacer era salir del almacén y rodear el supermercado, caminando tal vez 300 metros. El problema eran los cerca de 40 muertos vivientes que deambulaban por el estacionamiento, sin rumbo. Pero de alguna manera, José Luis presentía que ellos sabían que él estaba ahí. No se encontraban frente a la entrada principal del supermercado, o frente al banco que se encontraba al otro lado de la calle, o el establecimiento de pollo frito con las ventanas rotas. No. Se encontraban muy cerca de la pequeña puerta exterior del almacén. Tal vez deliraba –pensó José Luis- o tenía paranoia, pero él estaba seguro que ellos sabían que él estaba vivo y que lo devorarían.

José Luis se terminó su ración de agua y pasó varios días sin comer ni beber. Sintió fiebre y tenía mucha sed. Una noche, una rata lo mordió en el dedo de un pie mientras dormía. Después de matarla y vendarse el pie, se decidió. Esa madrugada usaría la llave que tenía en su poder, rodearía el supermercado y entraría en él. Así, armado con su mazo, abrió la puerta del almacén por primera vez en tres meses. Rechinó un poco, pero en la oscuridad José Luis se dio cuenta que los muertos vivientes más cercanos a él no se dieron cuenta del ruido. No volteaban. Todo estaba bien. Cerró la puerta silenciosamente, planeando caminar lentamente alrededor del muro, sin llamar la atención, aunque el auto de Jorge (lleno de huesos putrefactos) le tapaba un poco la visión.

Entonces, la puerta se abrió de golpe desde adentro. José Luis gritó, al darse cuenta que decenas de ratas huyeron del interior del almacén, dispersándose por el estacionamiento. Por alguna razón, José Luis recordó una vieja película de los túneles que se inundaban bajo la ciudad, y como las ratas huían escapando de la muerte. Todos querían escapar de la muerte.

Y entonces la sintió. Una mano huesuda atrapó su tobillo, lo jaló y lo derribó sobre el suelo. La temblorosa voz de José Luis solo pudo decir:

- J-J-Jorge…. No, no puede ser…..

La mitad del cuerpo putrefacto y semi-devorado de su ex –supervisor lo miraba fijamente, con la boca abierta y los ojos vacíos. De alguna manera, siempre estuvo detrás de la puerta del almacén, esperando su venganza…. ¿Llegó ahí estando vivo? ¿Se arrastró con la mitad de su cuerpo ya muerto?

Ya nada importaba. José Luis lo golpeó con el mazo, exprimiendo sus tripas, aplastando su cabeza, salpicándose con sangre putrefacta y sesos…. Pero cuando se dio cuenta estaba rodeado por todos los demás muertos vivientes, atacándolo, mordiéndolo, arrancándole pedazos de carne de su cuerpo. José Luis gritó hasta que lo que quedaba de Jorge le arrancó la lengua de un mordisco. Su último pensamiento egoísta fue que por lo menos, nadie usaría su refugio para salvarse. Nadie vivo notó su último suspiro.


O al menos es lo que él creyó.

¿EL FIN?

Hola espero les haya gustado esta pequeña interpretación mía de la serie Walking Dead ubicada en México. Pienso hacer una serie de relatos cortos acerca del tema, ansío leer sus comentarios. Saludos! :dead:
 
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Respuesta: (Torneo de Cuentos) “Tres Meses”

la verdad me gusto mucho, me hiso recordar a apocalipsis z

te felicito, muy buen cuento:tup:
 

Acir

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Respuesta: (Torneo de Cuentos) “Tres Meses”

Buena historia Android :clapping:, estuvo interesante de principio a fin. Lo del centro comercial me recordó a la película "El despertar de los muertos", en fin me agradó :).
 

TioPool

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Respuesta: (Torneo de Cuentos) “Tres Meses”

También, me gusto :D. Al final solo pude pensar en algo acerca de José Luis, el karma.
 

Thor_Maltese

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Respuesta: (Torneo de Cuentos) “Tres Meses”

no soy fan de loz zombis, me ha agradado el relato (quizás los unicos detalles que vi fueron el de los guiones cortos en los dialogos y un "sesos" que creo no me convencen como está escrito, pero pueden ser cosas mías)
 
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