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- Mar 10, 2008
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¿Era de día? ¿Ya era de noche? No puedo recordarlo, pero había suficiente luz, talvez... una tarde nublada. Pero lo que si puedo recordar, y que quedara grabado para siempre en mi memoria, son esas dos figuras, un chico y una chica, vestidos de blanco, sentados en la cama en una habitación oscura apenas iluminada por la ventana, el resto de la casa parece estar completamente vacía, la recorro con la mirada y no veo ni un mueble. Es una casa pequeña pero de dos plantas, abajo la sala de estar y la cocina y arriba las habitaciones.
A los jóvenes no parece importarles la soledad, de hecho le dan la bienvenida. Él la ve a los ojos y sabe que podría estar así para siempre. Ella acaricia su rostro y siente que no hay nadie más en el mundo. Él la besa y ella no se resiste, un beso que parece eterno mientras él le acaricia el cabello que le llega hasta los hombros.
Ellos saben que este es su mundo, no hay lugar para nadie más, ni familia ni amigos, ni dioses ni demonios, ni siquiera para la oscuridad, pues su sentimiento empieza a iluminar la habitación. Pero la oscuridad es celosa y no le gusta que le quiten su lugar.
Las sombras se empiezan a cerrar alrededor de ellos. Cuando se dan cuenta ya no hay un solo rayo de luz en la habitación. Varias manos grises salen de las sombras que los rodean para intentar llevárselos. La atrapan primero a ella, la sujetan de las piernas, la cintura y el cabello, entre gritos trata de alcanzar a su amado que ha logrado liberarse, él la ve luchando pero es mayor el terror que siente, ella lo sujeta de un brazo pero él no puede mas, la patea para liberarse y se abre paso entre las manos grises para salir de la habitación.
Cuando logra salir por fin corre lleno de desesperación y sin mirar atrás, hacia las escaleras sin importarle los gritos de ella, pero la oscuridad esta en todas partes. Las manos salen de las sombras de los escalones y lo sujetan, lo arrastran hasta las sombras hasta que desaparece completamente.
Afuera, me encuentro de pie frente a la casa, tengo mis manos dentro de la chaqueta, hace frío. Lo que hace un momento eran gritos cambian a una risa macabra, ella reía. Puedo ver esa escena también, en la habitación la oscuridad había retrocedido finalmente, en el piso y en la cama yacían las manos grises, rotas, como si fueran de porcelana. Ella sentada en la cama viendo sus propias manos, ahora eran amarillas, y no solo sus manos, toda ella se había vuelto amarilla, incluso su rostro había cambiado, y la risa macabra que ahora salía de sus labios parecía mas espectral que humana.
La risa cesa. Levanto la mirada y en una de las ventanas superiores la veo. Ahora con una mirada nostálgica, sabe que debe pagar su castigo por ofender a la oscuridad. Al verme suelta una lagrima y desaparece de la ventana. La veo y siento lastima por ella. Pero nada más, no me asusta ni me inquieta. Pues es la misma escena que veo una y otra vez, miles de veces, en la misma casa...
A los jóvenes no parece importarles la soledad, de hecho le dan la bienvenida. Él la ve a los ojos y sabe que podría estar así para siempre. Ella acaricia su rostro y siente que no hay nadie más en el mundo. Él la besa y ella no se resiste, un beso que parece eterno mientras él le acaricia el cabello que le llega hasta los hombros.
Ellos saben que este es su mundo, no hay lugar para nadie más, ni familia ni amigos, ni dioses ni demonios, ni siquiera para la oscuridad, pues su sentimiento empieza a iluminar la habitación. Pero la oscuridad es celosa y no le gusta que le quiten su lugar.
Las sombras se empiezan a cerrar alrededor de ellos. Cuando se dan cuenta ya no hay un solo rayo de luz en la habitación. Varias manos grises salen de las sombras que los rodean para intentar llevárselos. La atrapan primero a ella, la sujetan de las piernas, la cintura y el cabello, entre gritos trata de alcanzar a su amado que ha logrado liberarse, él la ve luchando pero es mayor el terror que siente, ella lo sujeta de un brazo pero él no puede mas, la patea para liberarse y se abre paso entre las manos grises para salir de la habitación.
Cuando logra salir por fin corre lleno de desesperación y sin mirar atrás, hacia las escaleras sin importarle los gritos de ella, pero la oscuridad esta en todas partes. Las manos salen de las sombras de los escalones y lo sujetan, lo arrastran hasta las sombras hasta que desaparece completamente.
Afuera, me encuentro de pie frente a la casa, tengo mis manos dentro de la chaqueta, hace frío. Lo que hace un momento eran gritos cambian a una risa macabra, ella reía. Puedo ver esa escena también, en la habitación la oscuridad había retrocedido finalmente, en el piso y en la cama yacían las manos grises, rotas, como si fueran de porcelana. Ella sentada en la cama viendo sus propias manos, ahora eran amarillas, y no solo sus manos, toda ella se había vuelto amarilla, incluso su rostro había cambiado, y la risa macabra que ahora salía de sus labios parecía mas espectral que humana.
La risa cesa. Levanto la mirada y en una de las ventanas superiores la veo. Ahora con una mirada nostálgica, sabe que debe pagar su castigo por ofender a la oscuridad. Al verme suelta una lagrima y desaparece de la ventana. La veo y siento lastima por ella. Pero nada más, no me asusta ni me inquieta. Pues es la misma escena que veo una y otra vez, miles de veces, en la misma casa...