Recuerden que el orden de posteo sera el siguiente:
Yo
Ginriu
Atlas
Doom
Sanguinarius
Recall
[otros usuarios que aun no se unen pero lo haran, LO HARAN]
Ahora el capitulo:
Preludio
Saint John. Día uno del primer siglo de Algol, la ciudad demoniaca de los herederos de Caín.
La lluvia golpeaba suavemente el techo despertandolo de su letargo. Había soñado otra vez con el castillo de la familia y la antigua biblioteca como tantas otras noches lo había hecho. Esta vez igual que todas las otras los libros estaban escritos con una tinta invisible que solo los verdaderos locos podían leer y la luna roja se burlaba y reía de el –Este no es tu lugar- le decía la dama señora de la Luna mientras danzaba al compas de un vals maligno –Tu no eres bienvenido aquí- volvió a repetir y su vestido de gala color sangre pareció mover el viento –Tu padre te está buscando- resonó un eco distante de una voz familiar, ¿Pero era una madre, una hermana o una hija? No lo sabía con seguridad, por mucho que añoraba el pasado este siempre se le escapaba, al principio todo era vivo y sentía el calor, pero con el pasar de las décadas el fuego de la existencia momentánea y memorizada se apagaba y solo quedaba la luna y la vieja biblioteca.
Saint John se puso de pie de la misma manera que lo hacía desde hace ciento treinta años, un traje de seda que mutaba dependiendo de las modas y un collarín con la inscripción de Teodora complementaban su siempre correcta vestimenta. Miro a través de la ventana pensando <Como has cambiado mi querida Algol, hace cien años no eras más que una pequeña aldea y ahora eres toda una metrópolis> se ajusto el reloj de oro en su muñeca y siguió divagando <Seguro seguirás creciendo… Desde que llegaste a mi has madurado como el vino, pero en tu núcleo al igual que yo sigues siendo la misma> termino su introspección y hizo lo que seguía al ritual del vestir, se quito su cuerpo vampírico y se volvió uno con los cielos tormentosos y miro, miro a su ciudad demoniaca y reviso cada uno de los lugares importantes, desde la vieja iglesia de San Alessano a los relucientes edificios de la Torre Vladimir. Busco entre los mortales a sus habitantes no-muertos que a pesar de su poder cainita seguían pareciendo hormigas desde lo alto, rastreo por las sinuosas calles y pasillos buscando y buscando hasta que al final termino en el mismo lugar que comenzó, la Torre de Saint construida en su honor cuando fundo por primera vez la ciudad. Hasta ese momento había contado que habitaban ciento treinta y seis vampiros al mismo tiempo y todos inteligentemente separados los unos de los otros.
Pero algo cambio súbitamente su estado vegetativo y pensante, recordó el sueño de la biblioteca y la luna roja, concentrándose en los detalles más triviales y pequeños logro encontrar lo que lo perturbaba: Si, la dama de la luna le repetía su discurso vengativo pero los viejos libros no eran los mismos, encontró los perdidos “Tremeres y sus enemigos” “Grangel y el lupino común” o “Malkav el realmente santo” textos perdidos o imaginarios que jamás existieron en ningún otro lugar más que en los sueños se encontraban ahora en su biblioteca, perturbado por el descubrimiento onírico vago una vez más por los salones del Ensueño buscando los textos pero en su lugar solo encontró una nota inconclusa que decía “Comienza la obra”
Mientras afuera la lluvia seguía cayendo y todo parecía estar bien en el mundo.
Yo
Ginriu
Atlas
Doom
Sanguinarius
Recall
[otros usuarios que aun no se unen pero lo haran, LO HARAN]
Ahora el capitulo:
Preludio
Saint John. Día uno del primer siglo de Algol, la ciudad demoniaca de los herederos de Caín.
La lluvia golpeaba suavemente el techo despertandolo de su letargo. Había soñado otra vez con el castillo de la familia y la antigua biblioteca como tantas otras noches lo había hecho. Esta vez igual que todas las otras los libros estaban escritos con una tinta invisible que solo los verdaderos locos podían leer y la luna roja se burlaba y reía de el –Este no es tu lugar- le decía la dama señora de la Luna mientras danzaba al compas de un vals maligno –Tu no eres bienvenido aquí- volvió a repetir y su vestido de gala color sangre pareció mover el viento –Tu padre te está buscando- resonó un eco distante de una voz familiar, ¿Pero era una madre, una hermana o una hija? No lo sabía con seguridad, por mucho que añoraba el pasado este siempre se le escapaba, al principio todo era vivo y sentía el calor, pero con el pasar de las décadas el fuego de la existencia momentánea y memorizada se apagaba y solo quedaba la luna y la vieja biblioteca.
Saint John se puso de pie de la misma manera que lo hacía desde hace ciento treinta años, un traje de seda que mutaba dependiendo de las modas y un collarín con la inscripción de Teodora complementaban su siempre correcta vestimenta. Miro a través de la ventana pensando <Como has cambiado mi querida Algol, hace cien años no eras más que una pequeña aldea y ahora eres toda una metrópolis> se ajusto el reloj de oro en su muñeca y siguió divagando <Seguro seguirás creciendo… Desde que llegaste a mi has madurado como el vino, pero en tu núcleo al igual que yo sigues siendo la misma> termino su introspección y hizo lo que seguía al ritual del vestir, se quito su cuerpo vampírico y se volvió uno con los cielos tormentosos y miro, miro a su ciudad demoniaca y reviso cada uno de los lugares importantes, desde la vieja iglesia de San Alessano a los relucientes edificios de la Torre Vladimir. Busco entre los mortales a sus habitantes no-muertos que a pesar de su poder cainita seguían pareciendo hormigas desde lo alto, rastreo por las sinuosas calles y pasillos buscando y buscando hasta que al final termino en el mismo lugar que comenzó, la Torre de Saint construida en su honor cuando fundo por primera vez la ciudad. Hasta ese momento había contado que habitaban ciento treinta y seis vampiros al mismo tiempo y todos inteligentemente separados los unos de los otros.
Pero algo cambio súbitamente su estado vegetativo y pensante, recordó el sueño de la biblioteca y la luna roja, concentrándose en los detalles más triviales y pequeños logro encontrar lo que lo perturbaba: Si, la dama de la luna le repetía su discurso vengativo pero los viejos libros no eran los mismos, encontró los perdidos “Tremeres y sus enemigos” “Grangel y el lupino común” o “Malkav el realmente santo” textos perdidos o imaginarios que jamás existieron en ningún otro lugar más que en los sueños se encontraban ahora en su biblioteca, perturbado por el descubrimiento onírico vago una vez más por los salones del Ensueño buscando los textos pero en su lugar solo encontró una nota inconclusa que decía “Comienza la obra”
Mientras afuera la lluvia seguía cayendo y todo parecía estar bien en el mundo.
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