What if... Star Wars: Obi-Wan Origins

Pennyworth

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Hola a tod@s:

Con perdón a los más férreos seguidores del canon Star Wars, aquí una historia propia que reinventa el origen de Obi-Wan Kenobi.

Los personajes se describen poco físicamente de manera intencional. La historia está de cierta forma diseñada para volverse un fan cómic. Gracias por sus comentarios!

A continuación la parte 1 de 5

What if... Star Wars: Obi-Wan Origins
La marca del Sith


Parte 1: Marca de muerte

Nació bajo el signo del Sith, en el aniversario de la aparición de los Señores Oscuros y con ellos el surgimiento del volcán más activo y peligroso del planeta Stewjon: Kokta Mok, el volcán obscuro.

Los Señores Oscuros o Siths, desaparecieron hace cientos de ciclos, sin embargo el volcán permaneció.

Entonces, como una tradición irrompible, todos los que nacían en este día eran enviados al fondo del cráter, abandonados a su suerte. Se creía que ellos poseían una conexión directa con el lado obscuro de la fuerza y su vida, o mejor dicho, su muerte, era lo único capaz de saciar el hambre del espíritu que habitaba dormido dentro del volcán. Logrando así que contuviera su furia contra el planeta por un ciclo más.

Con el paso de los años la tradición se deformó y luego, casi cualquier persona que mostrara poderes de algún tipo, era también arrojada al fondo de Kokta Mok. Eran las libertades de un planeta supersticioso y alejado del centro de la Galaxia. De hecho, fuera del control de la República.

Su nombre es Obi-Wan. Creció con sus padres hasta los 4 años. Ellos escondieron ante la comunidad el verdadero día de su nacimiento. Año con año observaban cómo otros recién nacidos eran arrebatados de los brazos de sus padres en este fatídico día. Lo que reavivaba el miedo que sintieron aquella vez que escaparon a las montañas blancas del sur para dar a luz, cuando se alejaron más allá de la civilización, en la zona más hostil y recóndita en el planeta después del volcán oscuro.

Desde sus primeros días, sus padres lo hicieron consiente de su condición y si algo repetían hasta el cansancio, era que no permitiera que la superstición determinara su destino.

Lamentablemente, un día su conexión con la fuerza se manifestó de manera accidental en un lugar público. Y como en Stewjon no había gente viva con conexión a la fuerza ni con poderes de ningún tipo, esto levantó sospechas. Sus padres intentaron huir de inmediato con él pero fueron interceptados por la guardia de policía. Después de dolorosos interrogatorios y numerosos exámenes al infante, comprobaron que efectivamente Obi-Wan había nacido bajo la marca del Sith.

Por otro lado, el joven caballero Jedi Qui-Gon-Yin, es enviado a los extremos de la Galaxia, en una de sus primeras misiones para investigar turbulencias de la fuerza en el planeta Komta KomKor.

Este tipo de misiones normalmente no son peligrosas y sirven para reclutar niños con potencial para dominar la fuerza que habitan sectores inexplorados y ajenos a la cultura Jedi.

Después de descender de su nave transbordadora, se monta en un deslizador de exploración para rastrear los disturbios en la fuerza. Sus investigaciones lo dirigen hasta el valle Ruhnk, pero una vez ahí, descubre que el niño que busca ha desaparecido misteriosamente desde hace algunos días.

Entonces, el caballero Jedi persigue las pocas pistas disponibles hasta un campamento abandonado a las orillas del lago fangoso Rih-27. Debe encontrarlo tan pronto como pueda pues supone que el infante ha sido llevado en contra de su voluntad.

Al entrar en el campamento, no encuentra nada salvo una extraña marca dibujada con ceniza en las paredes de las cabañas. Sus poderes le dicen que el niño ha perdido la vida aunque le es imposible determinar qué ha pasado con el cuerpo.

El símbolo marcado en los muros le parece conocido, tal vez de hace miles de ciclos de antigüedad, pero como no lo sabe con certeza, envía una imagen con los eruditos del consejo Jedi para que lo descifren.

Siente pena por la muerte del menor, sin embargo aún tiene trabajo por hacer. Después de comunicar al consejo Jedi lo que ha pasado en el valle de Ruhnk, éstos le informan que enviarán una comisión para ocuparse de los hechos y mientras tanto debe dirigirse a un segundo planeta en un sector cercano que también ha presentado extrañas fluctuaciones en la fuerza.

En Stewjon, no era la primera vez que unos padres intentaban ocultar a su vástago para salvarlo del cruel destino. Además, por lo delicado del crimen, la pena era muy severa: muerte a los padres y al hijo marcarlo con el sello del Sith en la frente, conducirlo en una peregrinación a lo largo del planeta para escarmentar a quién quisiera repetir la hazaña y culminar enviándolo al fondo del volcán como las leyes lo dictaban; lo que mantenía a los pueblos satisfechos.

Así, sus padres fueron condenados y él, torturado en su camino a la montaña de fuego. Aquella caravana en donde fue exhibido e insultado, fue algo único, pues habían pasado muchos ciclos sin que alguien cometiera un crimen similar. Intentó resistirse sin obtener resultado. Su conexión con la fuerza no estaba educada para ayudarlo a escapar. Finalmente, sus captores cumplieron con su cruel tradición y lo arrojaron al fondo del volcán.

Qui-Gon-Yin por su parte, se encuentra en Wulmuk, el planeta rocoso del sistema Stewjon. Tres veces más grande que Komta KomKor, por lo que tarda un poco más en explorarlo y en encontrar a la fuente de las fluctuaciones en la fuerza: otro niño con potencial Jedi.

Cuando llega a él, el niño se encuentra llorando en un rincón de la habitación principal de su casa, una pequeña choza elaborada con material mineral de la región. En el despertar de sus poderes, ha dado muerte accidentalmente a su familia. Al parecer llega tarde por segunda ocasión. O tal vez no. Le dice al pequeño para tranquilizarlo:

—Yo no creo en el destino. Creo en que nuestra conexión con la fuerza se renueva día con día, en que las acciones presentes forjan tu carácter y tu futuro. No dejes que el pasado te defina, no debes mirar hacia atrás…

Así, lo toma bajo su cuidado.

Cuando salen de la casa del niño. Son rodeados por una banda de seres encapuchados y cubiertos de negro que quieren arrebatarle al nuevo prospecto de Padawan.

— Te superamos en número, Jedi. Entréganos al menor y te dejaremos ir a casa. Fuera de los dominios de la República no eres nadie y no hay alguien más que pueda ayudarte.

Con el sello del Sith tatuado en su frente, huérfano y en el fondo de la montaña viva, Obi-Wan se encontró desolado, pero siempre recordando las palabras de sus padres. Recordando que habían sido mentiras pues la superstición había ganado. Su destino estaba manchado para siempre. Esto que le había sucedido despertó un odio sin límites en lo más hondo de su ser y se juró a sí mismo salir de Kokta Mok para vengarse de quienes lo habían marcado
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Pennyworth

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What if... Star Wars: Obi-Wan Origins
La marca del Sith


Parte 2: Marca ancestral

Qui-Gon lucha. Empuña su sable de luz. No hubo tiempo para la diplomacia, el niño es la prioridad uno. Despacha a unos cuantos. Son demasiados y mucho más fuertes que el habitante promedio de Wulmuk. Algunos aún sin un miembro intentan detenerlo. Con ayuda de sus poderes telequinéticos y unas cuantas toneladas de roca, envía una lluvia mortal sobre los asaltantes. Pero sin advertir de dónde, salen otros más a su encuentro.

El Jedi con el niño en sus brazos corre hacia el vehículo deslizador que los llevará hasta la nave. No puede pelear como sabe porque debe proteger al infante. Sólo unos metros se dice a sí mismo.
Cuando se alejan en el deslizador, alcanza a ver cómo unos asaltantes se quedan para quemar la casa del niño, mientras el resto los persigue en sus propios deslizadores. A la distancia vuelve a ver la marca extraña que ellos colocan con ceniza sobre los troncos de árbol que rodean a la casa.

—Así que todo esto está conectado —murmura—. Así será más fácil detenerlos.

Mientras intenta escapar, esquivando disparos de los encapuchados, recibe una video-llamada del consejo Jedi. Es el maestro Dooku:

—Hemos descifrado el símbolo que nos enviaste Qui-Gon. Tus sospechas son ciertas, es una antigua runa Sith que simboliza la muerte en vida, utilizada por un culto que se extinguió o se creyó extinto hace más de 900 ciclos con la caída de los Sith. El grupo conocido como los Drae, se dedicaba a adorarlos y eran sus más fervientes seguidores. Ellos creían que su lealtad extrema sería recompensada con los secretos de los Sith algún día. Las razones de su desaparición no se encuentran documentadas en nuestros archivos.

—Si este grupo está relacionado de alguna forma con aquél, sólo podemos esperar lo peor de ellos. Acabo de confirmar que están tras la muerte en Ruhnk y nos persiguen ahora mismo en Wulmuk. Al parecer conocen una forma para localizar variaciones en la fuerza antes que nosotros.

—Eso es tan poco probable que es difícil de creer joven Jedi.

De regreso con Obi-Wan…

Su odio alcanzó un extremo tal que pronto logró dejar de sentir hambre, alimentándose tan sólo de pedazos de su propia alma. Vivía en una especie de éxtasis negro, con cada bocado era menos, pero vivía más.
Pasaron meses, quizá años y esta acumulación espesa de sentimientos negativos lo conectó con el lado obscuro de la fuerza, provocando que el espíritu que yacía dormido en el corazón del volcán despertara de su sueño milenario.

El espíritu en un inicio le murmuraba solamente palabras sin sentido. Tiempo después comenzó con una serie de frases que sí podía entender, un monólogo que repetía sin cesar.

—Alguna vez fui un Lord Sith que reinaba con directriz en el planeta… Mi nombre es Lord Fatidious... Los aldeanos eran desobedientes, perezosos y mal agradecidos de lo que yo les daba… Ellos deseaban arrebatarme el mando para vivir sin propósito y echar abajo todo lo que había construido…

Obi-Wan escuchaba sin decir nada. Una imagen tenebrosa entre las flamas lo circundaba.

—Los castigaba severamente pero les daba paz… Les daba orden, eso es lo que busca un Lord Sith, dar justicia a todos…. Aunque deben hacerse sacrificios, el costo es ser odiado y envidiado, perderse uno mismo para encontrarse en los demás... Cada látigo infringido a ellos era como diez látigos en mi propia carne, así es como sentimos los Sith...

Comenzó a influenciarlo y a enterrarlo aún más en el lado obscuro, prometiéndole poder para derrotar a sus enemigos.

—Sólo necesitas abandonarte por completo. Lo has hecho bien hasta ahora. Pero debes consumir el resto de tu alma de una vez, dejar de pensar y entregarte a la ira, a la pasión, al deseo. Olvidarte de tu cuerpo, dejar que las flamas te carbonicen, que el vapor hirviente consuma tus pulmones y de esta manera el lado obscuro podrá revestirte, moldearte y transformarte en lo que siempre has deseado.

El espíritu también contó cómo unos gemelos Jedi, enemigos ancestrales de los Sith, contratados por los aldeanos malagradecidos lo vencieron arteramente con trampas místicas.

—Ellos me aprisionaron moribundo en el corazón de esta montaña hirviente. Son asesinos disfrazados de religiosos. Mi cuerpo se deshizo, pero el lado obscuro me salvó de la muerte llevando mi alma a un estado de letargo. Aunque he podido subsistir a través de los siglos, no he logrado reunir la fuerza necesaria para liberarme, mi conexión con la fuerza es muy débil. Sin embargo, la marca es fuerte en ti. Lo que te ha pasado detonó tu vínculo con la fuerza y ha permitido que yo despertara. … Irónicamente, mis victimarios provocaron justo lo que trataban de evitar con tu sacrificio...Si me dejas enseñarte, juntos saldremos de aquí. Tú tendrás tu venganza y ambos restauraremos el orden en el planeta.

…Dooku continúa diciendo a Qui-Gon…

—Entonces, joven caballero Jedi, debes dirigirte rápidamente a Stewjon, el planeta humano que da nombre al Sistema en que te encuentras. Ahí hemos detectado un disturbio en la fuerza de magnitudes sin precedentes. Los refuerzos van en camino, pero tú llegarás primero. Entonces, podremos poner a salvo al joven que rescataste.

—Haré lo mejor para salvar vidas maestro.

—Pero hay algo más Qui-Gon. Hay miembros del Consejo que creen que las fluctuaciones en la fuerza se deben a un ser tan poderoso como un Jedi. Para esto, debes saber que el único Jedi en el Sistema eres tú. No todo el consejo está de acuerdo, algunos ven una amenaza, mientras que otros extremistas entre los que me incluyo, ven la posibilidad de que la profecía se cumpla: del surgimiento de un ser que traerá balance a la fuerza. De tal magnitud es el problema y por ello debes actuar con cautela. Algunos creen que el elegido surgirá de nuestras filas, un caballero Jedi. Pero otros sugieren que puede ser simplemente alguien con una incomparable conexión a la fuerza. Por eso dejé mi trabajo como instructor de duelo por este de Director de Reclutamiento, para asegurar que todo aquél con potencial en la fuerza sea adecuadamente incorporado y entrenado, desde la edad correcta.

—Como bien sabes maestro, yo no creo en esa profecía ni en ninguna otra.

—Tal es la fragmentación que existe actualmente entre nosotros los Jedi. Esa falta de unidad de criterio nubla nuestra capacidad de ver el todo. Aún hay mucho que desconocemos sobre la fuerza…

—Sin embargo maestro, cumpliré con lealtad mi deber.

—El consejo cuenta con eso Qui-Gon. Que la fuerza te acompañe.

En eso, su deslizador es alcanzado y el Jedi se encuentra nuevamente rodeado por los enemigos.

…En el cráter…

Obi-Wan aceptó ser entrenado por Lord Fatidious, sin embargo desde el principio sospechó que el espíritu lo que en realidad buscaba era robarle su cuerpo. Así que, cada día acumulaba secretamente un poco de energía del volcán ocultándola envuelta en su odio, para liberarla en el momento más oportuno.

Pasaron meses y cuando se sintió listo, enfrentó a su maestro. Aprovechando la ventaja que le dio la sorpresa y con los poderes que había aprendido, Obi-Wan descargó sobre él toda la energía que había acumulado durante su entrenamiento.

—¡Maldito seas Obi-Wan! –le dijo con una voz que se desvanecía–. ¡Tú también me traicionaste! ¡Sin embargo, ahora comprendes lo que es ser un Sith! Tu nombre desde ahora será Lord…

Lo último de la frase, no supo si jamás se pronunció o si simplemente ya no pudo escucharlo, puesto que la energía que emanaba de Obi-Wan había superado al espíritu del volcán ahogándolo en una cascada de luz. Logrando desvanecer su imagen y suprimir su voz.

…De vuelta en Wulmuk…

Qui-Gon le dice al niño que no tema. Se concentra y mientras él hace un movimiento imposible con el deslizador, se libra de la emboscada para alejarse a toda velocidad. Al provocar que se disparen entre ellos, tres quedan eliminados y dos malheridos.

El Jedi voltea a ver al niño y éste no le dice nada, piensa que está paralizado por la impresión del ataque, pero al ver que tiene la mano ensangrentada, se da cuenta que un disparo le alcanzó y perforó los intestinos. Entonces el niño dice:

—Iba directo hacia ti y logré desviarlo. Pero creo que no lo suficiente. Gracias maestro Qui-Gon, no miro hacia atrás, ahora me reuniré con mis padres.

El niño se desvanece. Qui-Gon grita con furia la muerte del pequeño prospecto de Padawan y nota que los asaltantes dejan de perseguirlo.

Contiene las ganas de regresar y acribillarlos uno por uno. Hacerlo por los niños muertos. Pero aleja de su mente los pensamientos negativos y se concentra en su misión: dirigirse a Stewjon. Allá tal vez, alguien todavía tenga esperanza…

…En Stewjon…

La energía liberada provoca una erupción en Kokta Mok. Todo el planeta vibra ante el despertar del coloso de fuego. Obi-Wan escapa de su cautiverio en medio de llamas y rocas encendidas.

Surge furibundo, con la intención de acabar con el planeta entero.

—Mis padres estaban equivocados, no hay forma de escapar. Basta de huir, hoy abrazo mi destino. Nací con la marca maldita para desatar la furia de este volcán, hacerla mía e impartir justicia a los fanáticos, no importa si son Sith, Jedi, o lo que sea, todos pagarán con sus vidas…

Sigue: Parte 3, Marca maldita
 

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La marca del Sith


Parte 3: Marca maldita >>¡Se agradecen sus comentarios!<<

Hace más de 900 años...

—Xervox, te he llamado a ti y a tus acólitos hasta este lejano lugar y me complace que hayan venido.

—Son tiempos difíciles Lord. Aunque los Drae siempre seremos leales a nuestros Señores Oscuros, complacerles cada vez se torna más…complicado.

—Es verdad. Nos estamos destruyendo entre nosotros. Pronto llegará el día en que los obliguemos a escoger entre uno u otro de nosotros.

—¡Primero moriremos antes que traicionar a cualquiera de nuestros amos!

—Es bueno escucharlo. Pero de esa forma, qué caso tendría su muerte. Me temo que estamos al borde de la extinción y a pesar de su lealtad, lo que les hemos prometido nunca sucederá. A menos que acepten mi oferta.

—Aceptamos aún antes de escucharla mi señor. Confiamos si tú dices ser quién nos dé lo que hemos esperado por tantos ciclos —Arrodillándose acto seguido como gesto de sumisión.

—Tu valor será recompensado Xervox. Como líder de los Drae, serás el más cercano a mí.

—¡Larga vida a ti, Lord Fatidious!

Ahora…

Obi-Wan ataca a Qui-Gon con sus poderes de lava. El enfrentamiento toma lugar en la cresta del volcán. El Jedi ha interrumpido el descenso del menor a la Ciudad Capital, pero apenas puede contenerlo. A espaldas del niño se encuentra el inmenso cráter, resplandeciente y agitado. A espaldas del justiciero, el desfiladero.

El menor Comienza a superarlo. Es toda la energía del volcán obscuro que acumuló durante meses. El guerrero se resiste pero las flamas están a punto de tocarlo.

La marca en la frente de Obi-Wan desaparece, pero es reemplazada por una más grande en su pecho. Se eleva por los aires sin dejar de atacar a su oponente.

El otro se da cuenta que le queda poco tiempo. La fuerza bruta no está funcionando, por lo que intenta razonar:

—¡Eres apenas un niño! ¿Por qué quieres lastimar a esta gente? —Exclama.

—¡Son fanáticos y merecen lo que les pasará! —responde con su voz más inflamada.

—¿De dónde viene tanto odio, qué te han hecho?

—¡Me dejaron sin alma. Ahora yo los dejaré sin vida!

—¡Si no tuvieras alma, no estarías vivo. No estarías aquí!

—¡Estoy aquí porque es mi destino, vengar a los niños sacrificados y purgar este planeta!

—¡Tu destino eres tú, es ahora. Aún hay tiempo de detener la verdadera erupción. No tienes por qué hacer esto!

—¡Hablas como mi padre, con mentiras. No sabes lo que es perder a una familia!

—¡Sí lo sé, soy un Jedi. Abandonamos todo por la fuerza, para hacer el bien!

—¿Un Jedi? —Contesta colérico— ¡Un fanático más que debe morir!

El poder de Obi-Wan se intensifica. Arrastrando hacia la orilla de la cima a su adversario. Las ropas del Jedi se encienden. Si no encuentra la forma de librarse caerá al vacío o sus brazos se carbonizarán.

—¿Cómo te llamas? —Grita con desesperación el caballero…

Minutos antes…

Al entrar en la órbita de Stewjon, observó incontables naves huir del planeta para ponerse a salvo. Sólo una además de la suya, iba en sentido contrario. Sin duda eran los asesinos del culto Drae que le llevaban ventaja.

Cuando cruzó la atmósfera, descubrió lo que parecía ser una inmensa erupción volcánica que se había extendido por el único continente del planeta, quemando innumerables poblaciones a su paso.

Se dirigió entonces al epicentro del desastre. Alrededor del imponente volcán se extendía una cadena montañosa. Entre esta y el volcán se formaba un valle que alojaba a la Ciudad Capital de Stewjon. El valle ahora servía de plato para el material incandescente que había escupido el volcán. La nave del culto se había colocado a salvo en la punta de una montaña cercana.

Al estar más cerca de la superficie, Qui-Gon descubrió que no era lava líquida lo que cubría la Ciudad, sino seres, niños, conformados de material incandescente que corrían por las calles quemando todo lo que se cruzaba por su camino. Los Niños al salir del cráter se dispersaron en todas direcciones, poniendo en peligro a la gente que había quedado atrapada en los restos de la Ciudad.

El Jedi bajó de su nave en movimiento, que lo esperó en piloto automático en las alturas. Dos estatuas gigantes de lo que parecían ser caballeros Jedi cruzando sus sables láser formaban la entrada de la Ciudad. “A los gemelos Jedi que libraron a nuestro planeta del Señor Obscuro” se alcanzaba a leer en la base del monumento. La fecha de la inscripción databa de cientos de años atrás.

—¿Qué habrá pasado? Si los Jedi llegaron aquí hace tantos ciclos, ¿por qué este lugar está tan desvinculado de la República?

Sismos continuos de variable intensidad se hacían sentir. Ayudó a los pobladores que encontraba, quitándolos del camino de los niños de lava. Intentó hacer una conexión mental con los seres incandescentes, pero descubrió que no eran reales. Entonces envió cuantos pudo con su telequinesis lejos de la gente. Quería seguir ayudando, pero su misión era encontrar al ser que estaba provocando esto. Esa sería la ayuda más contundente. Su nave le informó que de continuar los temblores, pronto sucedería una erupción de verdad, misma que podría acabar con el planeta entero. Todo parecía venir del cráter del volcán: los niños de lava, los temblores, los disturbios en la fuerza.

Trepando muros y corriendo sobre los techos se dirigió a toda velocidad hacia las faldas del volcán. Con un comando de voz, llamó a su nave para que lo recogiera en un área despejada. Sin embargo, cuando ésta se acercó a él, un proyectil que el caballero no esperaba, la interceptó y derribó para dejarla reducida a chatarra en cuestión de segundos.

Una figura conocida se paró frente a él en el techo de una casa contigua.

—Nos encontramos otra vez, perro Jedi. Hubieras regresado a casa cuando te dimos la oportunidad. Ahora tu muerte servirá un propósito en este planeta desolado.

El ser frente a él portaba una armadura obscura, cubierta en parte por una capa larga, su piel se alcanzaba a ver de color púrpura y portaba la capucha característica de quienes lo atacaron antes.

—Así que tú eres el líder. No te reconocí por el cambio de atuendo. Vamos dime qué quieres, que tengo prisa.

—Mi nombre es Xervox, líder de los Drae. Llegas tarde otra vez. Aunque no hay forma de que pudieras evitar lo que está a punto de suceder pues tu poder es insuficiente. Sin embargo, tú crees que sí e irás allá arriba sólo para encontrar la muerte. Serás la ofrenda perfecta. Nosotros sólo nos sentaremos al frente y disfrutaremos el espectáculo.

—Tus mentiras son inútiles, no impedirás que llegue a mi objetivo. Tu presencia aquí confirma mis sospechas. Ahora sé que ustedes son los que no tienen el suficiente poder para acercarse al volcán y hacer contacto con quien ha provocado todo esto; que, sin temor a equivocarme, es un niño cercano a la fuerza. Esta vez les llevo ventaja. Ahora apártate de mi camino.

—No me crees, pero eso de allá arriba no es un niño. Este aparato que tengo en mis manos, es un medidor de midiclorianos —decía mientras mostraba un instrumento del tamaño de su mano—, sirve para que cualquier ser, incluso uno no-cercano a la fuerza, pueda detectar a gente que sí lo es. Hemos encontrado infinidad de niños sin que ustedes se percataran...

—Malditos, buscan niños sin entrenamiento Jedi para obtener la mínima resistencia. Pero, ¿por qué los asesinan? ¿Qué hacen con sus cuerpos?

—Nuestro dogma dicta que si encontráramos alguno tan poderoso como para resistir una incineración, o cualquier daño de nuestra parte, debemos arrojarlo al cráter de este volcán para despertar a nuestro amo que yace ahí dormido. Hasta ahora todos han sido indignos. Sin embargo, en este caso los supersticiosos pobladores del planeta hicieron el trabajo por nosotros. El ser que está allá arriba sobrepasa cualquier lectura de midiclorianos que hayamos visto en los últimos cien años. ¿Por qué te digo todo esto? Porque ya no importa, tú pierdes.

—Tendrán su merecido. Pero primero debo llegar al cráter.

Qui-Gon destruyó la estructura que sostenía el techo sobre el cual Xervox estaba posado para deshacerse momentáneamente de su enemigo, sin embargo éste sólo se distorsionó inmóvil mientras la construcción se derrumbaba. Entonces descubrió que tan sólo era una proyección holográfica. El culto entero y su líder seguramente permanecían resguardados en su nave.

Cuando Qui-Gon estaba a punto de llegar a la cima del volcán y sólo unos cuantos metros lo separaban de un Obi-Wan que salía del cráter cuesta abajo, escuchó una voz que lo amenazaba nuevamente:

—Anda, ve y compruébalo tú mismo…

Era Xervox que se proyectaba tras de él. Pero el caballero lo ignoró y dio un salto impresionante para alcanzar las orillas del cráter y plantarse frente al niño del volcán obscuro.

—¡Estás a punto de presenciar el renacimiento de un Sith!

Fue lo último que escuchó y que pudo procesar muy tarde, hasta después de tocar tierra firme.

Ahora…

—¡Mi nombre es Obi-Wan!

—¡No! ¡Dime tu verdadero nombre, el nombre de quién está detrás de todo esto!

—Ja, ja, ja, ja… —Otra voz se sobrepone a la de Obi-Wan, dejándola en segundo plano; sus ojos se invierten y convierten en blanco; alguien más ha tomado el mando—. Así que ya lo sabes. ¡Mi nombre es Lord Fatidious! Obi-Wan creyó que me mató antes de salir del cráter, pero en realidad entré en su mente y me apoderé de su organismo.

El ataque se detiene. Qui-Gon aprovecha el momento de regocijo del enemigo para moverse del borde y quitarse la túnica en llamas. Observa cómo el cuerpo del pequeño infante alcanza mayor altitud invocando los poderes de alguien más.

Los niños de lava comienzan a temblar y a transformarse. Les salen alas, sus bocas se vuelven hocicos. Ahora son dragones ardientes que lanzan bocanadas de fuego sobre la Ciudad.

—¡Obi-Wan! —grita desgarradamente Qui-Gon.

—Obi-Wan ya no existe, ha sido tan sólo el medio de mi reencarnación —El planeta entero tiembla, la erupción es inminente—. El niño está muerto. Tú estás muerto. Y el planeta entero también.

Sigue: Parte 4, Marca de destrucción
 

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La marca del Sith


Parte 4: Marca de destrucción >>...Presentando el primer exorcismo Jedi en más de 900 años!!<<

Hace más de 900 años…

En su castillo Lord Fatidious hablaba frente a todo el Culto Drae. Con sus brazos extendidos al cielo, invocaba al lado obscuro de la fuerza.

—Lo que pido a cambio es que me entreguen sus vidas. Para ustedes será sólo un sueño. Al despertar descubrirán que los secretos del Sith les habrán sido revelados... Ahora, ¡mueran por mi mano!

Entonces, desprendió de su cuerpo ráfagas de energía que impactaron sobre su audiencia. Sus latidos cesaron y ninguno de ellos permaneció con vida…

…Ahora…

A lo lejos, Xervox contempla el derrame de energía que brota del cráter de Kokta Mok producto de la batalla que se libra ahí dentro. Si bien había iniciado en las orillas, ahora los contendientes se han internado en las profundidades, al parecer ignorando la inminente erupción.

Adentro, Lord Fatidious ha tomado el control total sobre el pequeño Obi-Wan. Suspendido en el aire, concentra su energía para descargar el ataque definitivo en contra de Qui-Gon.

—¡Es hora de morir Jedi! —exclama con una voz distorsionada.

—¡Mi nombre es Qui-Gon-Yin! ¡Libera a ese inocente quien quiera que seas!

—¿Quien quiera que sea? —responde con vehemencia—. ¿Qué en estos tiempos no se le tributa el debido temor a un Sith?

Lanza descargas de energía hacia el caballero, para sacarlo de balance y mantenerlo alterado. Éste apenas logra esquivarlas.

—¡Soy el dueño de este planeta! ¡Soy el creador de su sistema volcánico, la mente detrás de sus mejores épocas y de sus peores días. Por lo tanto tengo el derecho de destruirlo y rehacerlo a mi antojo!

—No puedes ser un Sith. Se extinguieron hace mucho tiempo. Usas la energía de este volcán y te has apoderado de Obi-Wan, pero tu conexión con la fuerza es tan sólo una ilusión.

Lord Fatidious cierra los ojos y busca la presencia de otros Sith a la redonda, encontrando un gran vacío.

—¡Ah, es cierto! Así que finalmente sucedió. ¡Lo he conseguido, soy el último de los Sith! Por ser portador de tan buenas noticias te daré una muerte épica…

El espíritu parece ignorar por un momento al caballero debido el éxtasis que le provoca idealizar una Galaxia con él, como único Señor Obscuro.

El Jedi actúa con cautela, ya que el ser frente a él parece no mentir respecto a su capacidad de controlar la energía volcánica de Kokta Mok, poniendo en peligro la vida del menor y la de millares que aún no han evacuado el planeta.

—Te ordeno por última vez que liberes a Obi-Wan. ¿Qué buscas lograr con tanta destrucción?

Entonces, sus palabras captan de nuevo la atención del enemigo.

—Yo no busco nada. Al contrario, todo lo demás me buscará a mí. Soy el nuevo centro de atención. Soy un Dios Ahora... ¿De verdad quieres saber quién soy? Está bien, te lo diré y luego morirás...

…Hace más de 900 años…

Los Sith nos encontrábamos divididos, la muerte era inminente para cualquiera. Yo reinaba con absoluto poder en este miserable planeta, sin embargo, sabía que “aliados” o enemigos tarde o temprano vendrían por mí.

Pero gracias a mis experimentos encontré una forma de subsistir. El lado obscuro de la fuerza me mostró el camino para volverme invisible a través del tiempo, mediante un conjuro que permitía fragmentar mi alma en cualquier número de divisiones y esconderla fuera de mí.

Así que rompí la mitad de mi alma en cientos de partes más. Utilicé a los Drae (que con certeza ya habrás conocido) y enterré fragmentos en cada uno de ellos, sumergiéndolos en un coma de cientos de años. Al estar profundamente resguardada y fragmentada, mi alma sería indetectable. Pero como la de todo Sith, siempre buscaría la salida y una vez afuera, el culto Drae despertaría de su sueño mortal con pedazos de mi poder. Aunque todo esto sólo serían piezas sueltas, ya que se requería de algo más para lograr integrarme nuevamente.

La otra mitad de mi alma permaneció dentro de mí el tiempo suficiente para ocultar los cuerpos de mis sirvientes y fabricar mi propia muerte. Hice correr el rumor que la única forma de vencerme era encerrándome en el volcán para siempre. Y así lo hicieron, encomendaron la tarea a unos Jedi falsos que por supuesto trabajaban para mí. Las masas son tan crédulas: el planeta entero celebró a sus héroes impostores. Mi cuerpo se desintegró ahí, pero mi alma se fundió con la lava del volcán obscuro que yo mismo construí en el inicio de los tiempos. Ahí permaneció oculta. Dormida.

¿Pero cómo armar el rompecabezas? Se requería de una chispa que detonara el despertar de mi conciencia: un ser con fuerte conexión a la fuerza. Un envase para depositarme nuevamente. Para ello, debía esperar a que se disolviera el coma del culto entero. Les dejé instrucciones y herramientas para buscar en planetas cercanos sin ser descubiertos. Pero como el momento exacto de su resurrección era incalculable, en Stewjon hice correr otro rumor. Cada año arrojar niños al fondo para mantener la paz entre el volcán y el planeta. Una mentira más para asegurar otra forma de interrumpir el estado de letargo.

…Ahora…

—…y así, a pesar de que los Drae se volvieron descuidados, este pequeño engendro lo ha logrado. Debo decir que había material de héroe dentro de él, pues intentó detenerme. Pero en vez de eso me liberó. Ahora soy más que una realidad. Sólo a un paso de recuperar mi poder por completo...

—Has causado mucho daño pero no eres más que un fantasma, un reflejo de lo que fue. Los de tu clase se extinguieron hace mucho y fue por nosotros los Jedi. Los refuerzos vienen en camino, sé que puedes sentirlo. No tienes escapatoria.

Segundos después, en el cielo se observan naves Jedi que cruzan la atmósfera del devastado Stewjon.

—Bien. Tu tiempo se terminó Qui-Gon.

—Obi-Wan sigue vivo ahí dentro. Puedo sentirlo. Te expulsaré de su cuerpo.

—¿Un exorcismo? Bah, no seas osado joven caballero, eso no puedes hacerlo solo. Se requiere de al menos cinco experimentados maestros Jedi para separarme de esta criatura. Y ahora verás lo que le pasará a tus refuerzos, no lograrán acercarse lo suficiente…

—Nuestro conocimiento de la fuerza ha evolucionado en 900 años, puedo hacerlo solo. Así que, ¡Por la fuerza te expulso del cuerpo de esta criatura!

Qui-Gon lanza un ataque invisible, cuyas ondas sólo se perciben por la vibración en el ambiente. Fatidious responde con un rayo de energía para contrarrestar la ofensiva.

—¡Ah, no eres nada! Ahora sentirás mi furia –Entonces, descarga sobre el Jedi la energía que había estado acumulando durante toda la conversación.

El rayo de su atacante, tal como en un principio, lo supera lentamente. Sin embargo, en esta ocasión cierra los ojos. El Jedi comienza a hablar en una lengua antigua. Se concentra en la fuerza. Deja de combatir el ataque. Permite que la energía de su oponente avance hacia él, que lo alcance poco a poco. Incrementa la velocidad de las frases ininteligibles. Su cuerpo y su mente son inamovibles. No así sus ropas que se rasgan al entrar en contacto con la energía del enemigo.

En poco tiempo el resplandor de la ofensiva lo cubre por completo. Un balbuceo que se escucha lejano, es lo único que prevalece. El Sith, que se había mantenido expectante, persiste con firmeza pero no ha logrado destruir su cuerpo. Ahora observa con incredulidad cómo Qui-Gon absorbe los destellos, penetrando por sus poros como agujas nanométricas. Su rostro no muestra signos de dolor.

—Es… imposible —dice aprensivamente el espíritu.

Un instante después Qui-Gon libera la energía de regreso. De su boca y de sus ojos, de la punta de todos los dedos de las manos, salen expulsadas ráfagas de energía que impactan sobre el agresor.

—¡¡Te expulso ahora, Lord Fatidious!!

Ahora el pequeño Obi-Wan está envuelto en una cegadora luz. Una sombra negra e intermitente se desprende lentamente de su cuerpo.

—¡No lo lograrás Jedi de porquería! —Es una voz decrépita que ya no se escucha duplicada—. ¡Es demasiado tarde para tus charlatanerías!

—¡Deja en paz a Obi-Wan! ¡Abandónalo Fatidious y regresa a la fuente!

Una descarga más borra la sombra del Sith, lo que libera el control sobre el menor. Al encontrarse en las alturas, el cuerpo inanimado cae hacia el suelo pero Qui-Gon corre hacia él para atraparlo y comprueba que está consciente. El espíritu ya no está dentro de Obi-Wan, pero “¿realmente fue destruido?”, se pregunta.

—Si-sigue v-vivo… —articula con dificultad el niño que se nota agotado.

Unos segundos después, los sismos se aceleran. Uno tras otro. El último cada vez más fuerte que el anterior. La erupción es inminente. El calor es insoportable. Algo anda mal y puede sentirlo. Por lo pronto deben salir del cráter. Toma a Obi-Wan y lo carga sobre su espalda. Sale de ahí como puede, escalando hacia la superficie y después bajando la montaña a toda velocidad.

Se produce la erupción. Un chorro de lava hirviente que iguala la altura del volcán. Millones de toneladas de humo y vapor que oscurecen el cielo.
De la lava surgen más dragones. Si antes eran decenas, ahora son miles. Atacan a las naves Jedi en el aire. Estas contraatacan, pero son superadas en número. Algunas son derribadas. Los Jedi saltan desde las alturas para enfrentar a los dragones con sus sables láser.

Una vez en las ruinas de la Ciudad, se refugian bajo un techo. Obi-Wan dice:

—Todo este tiempo lo planeó todo… Lo pude ver, su odio por los demás y por sí mismo se mantuvo por más de 900 años y fui yo quien lo despertó… ¿Es mi destino pertenecer al lado obscuro?

—Todos corremos el riesgo de ser atraídos por el lado obscuro Obi-Wan. Es terriblemente poderoso y atractivo. Pero se llama así porque nubla la razón y porque es un camino de soledad. Aun así, es sólo un camino de muchos posibles…

»Pero con respecto al destino, antes hubiera sabido exactamente qué responderte. Ahora no estoy tan seguro ¿Por qué despertó en este tiempo y no antes o después? ¿Por qué sucedió contigo? ¿Y por qué conmigo? Soy justamente yo, quien se ha especializado al menos de manera teórica, en esa técnica ancestral y olvidada dentro de la orden, llamada exorcismo, usada antiguamente para liberar remanentes de la fuerza y conducirlos a la fuente de la misma. ¿Cómo llamas a eso, coincidencia o destino…?

Xervox que observa a lo lejos permanece inmutable ante los acontecimientos sucedidos. Una sombra se planta tras de él y le dice:

—Te dije que serías el más cercano, vine a cumplir promesas.

—Te esperaba Lord…

Así, el espíritu libre de Lord Fatidious se apodera de Xervox. Éste se convulsiona. Fatidious en control del líder de los Drae dice con una voz duplicada:

—Vamos, terminemos lo que empezamos…


Concluirá: Parte 5, Marca del destino
 

Pennyworth

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Parte 5: Marca del destino

Stewjon está al borde de la destrucción. Kokta Mok, el más grande y peligroso volcán de todo el sistema, ha hecho erupción y está vaciando en la superficie las entrañas del planeta mismo, en forma de material incandescente.

Los Jedi que han llegado al planeta lejano para determinar el origen de los disturbios en la fuerza, combaten con las manos llenas a miles de dragones conformados por ese mismo material volcánico que brota del cráter.

Qui-Gon y Obi-Wan se refugian bajo el techo de una construcción en las ruinas de la Ciudad Capital. El espíritu del Sith ya no controla más al menor, gracias a una técnica antigua de exorcismo que el Jedi aplicó en contra del Señor Obscuro. Sin embargo, ambos aún sienten su presencia en los alrededores y están seguros que es quién está provocando la muerte del planeta.

A un costado del volcán obscuro se encuentra la nave del culto Drae. Qui-Gon la observa. Repentinamente, ésta explota desde su interior.

—Ahí está Fatidious. Debo ponerte a salvo Obi-Wan. Luego iré a enfrentarlo para terminar con su ola de destrucción.

—Se está haciendo más poderoso. No hay lugar más seguro que permanecer contigo.

—Tal vez tengas razón, pero ya has pasado por mucho…

El caballero no termina su explicación porque una desbandada de miembros Drae lo distrae. Huyen pasando de largo al Jedi y al infante. Antes solían perseguirlos, ahora ni siquiera los voltean a ver.

Metros adelante un rayo los impacta acribillándolos al instante. Entonces, desciende desde lo alto quien ha propinado las descargas. Es Xervox, poseído por el ánima del Sith.

—Fatidious… —dice el Jedi sin temor.

—¡Ah! Este cuerpo me sienta mejor —contesta el líder Drae con la voz encimada—. ¡Te dije que estaba a sólo un paso de recuperar mi poder!

Con un ligero movimiento de manos, desprende todas las casas que hay alrededor para despejar el área y dejar al descubierto al caballero y su protegido. Ríos de lava los rodean en cualquier dirección.

—Te expulsé antes y puedo volverlo a hacer. Y esta vez no permitiré que escapes.

—¡Ja! ¡Puedes intentar tus trucos las veces que quieras perro Jedi pero encontrarás que se han vuelto inútiles! Al tomar nuevamente las vidas del Culto, he recuperado mi poder, reuniendo los pedazos de alma que me faltaban. Excepto uno. El que queda dentro de ese pequeño engendro.

Con otro movimiento de una sola mano, extendida en dirección a Obi-Wan, provoca que éste se eleve y entre en trance nuevamente. El cuerpo del infante parece una marioneta y la marca en su pecho arde quemándole la piel. Su cuello rígido le impide hablar con claridad. Sólo alcanza a gritar:

—¡Ah! ¡¡¡Qui-Gon!!!

—¡Le sacaré el corazón y estaré completo al fin!

Lentamente va cerrando su puño. El pecho de Obi-Wan se desgarra. La marca en él vibra como si quisiera cobrar vida.

El Jedi no vacila. Empuña su sable láser y se abalanza sobre el enemigo. Pero éste con la otra mano envía una cascada de rayos para evitar ser alcanzado. La espada láser los contiene pero son efectivos para mantenerlo a distancia.

—No me engañas espíritu. Dices estar casi completo, pero Xervox no es lo suficientemente poderoso para contenerte. Necesitas a Obi-Wan para obtener lo que buscas.

—¿Qué dices?

—¡Lo que oyes! No le estás sacando el corazón, estás tratando de apoderarte de él y no te lo permite. Sólo mi espada y la conexión con la fuerza de este niño pueden detenerte.

Ahora se dirige a Obi-Wan:

—¡Resiste, él no te controla más! ¡Expulsa el fragmento de su alma!

—¡Eso es imposible! —Xervox poseído intensifica su ataque pero éste no hace retroceder al Jedi. Su verdadera fuerza está concentrada en superar al infante.

El niño se convulsiona. La marca en su pecho está cubierta de sangre.

—¡Puedes vencerlo, encuentra su punto débil!

—¡Bah, yo no tengo tal!

El Jedi comienza a hablar otra vez en una lengua antigua. Se concentra en la fuerza.

—Ahora vienen tus ritos rancios. Bien, sé cómo detenerte. Tu poder es tan vergonzoso como el de los Jedi impostores que contraté. Te daré la muerte épica que prometí.

La descarga de energía cesa pero cinco dragones de lava se abalanzan sobre el caballero. Con sus mejores habilidades acrobáticas y telequinéticas evita sus ataques. Se defiende pero logran mantenerlo ocupado mientras el Sith puede enfocarse enteramente en su presa.
Xervox cierra por completo su puño.

Obi-Wan desesperadamente intenta vencer el control del Sith. La marca vibra violentamente. Su pecho se abre aún más. Un líquido negro brota, flota espeso en el aire. Algo sólido le sigue después, parece una roca, un cristal opaco de un color negro. Más negro que el vacío del espacio.
Es el fragmento del alma del Sith. El niño grita al tiempo que su pecho termina de expulsar el mal dentro de él.

—¡¡No!! ¿Qué has hecho engendro?

Obi-Wan cae al suelo. El Sith parece no tener más control sobre él. Lo ha rechazado y el fragmento de su alma yace inerte en el suelo.

—¡Maldito seas! Naciste bajo el signo del Sith, siempre seré parte de ti. ¿Crees que simplemente por sacar un pedazo de roca de tu cuerpo lo has logrado? Estoy en tu código genético, tu conexión a la fuerza está marcada para siempre.

Qui-Gon intenta acercarse pero aún quedan dos dragones que le cortan el paso. El niño se incorpora. Tiene la cabeza hecha trizas. Adolorido, apenas puede mantenerse en pie, para sorpresa del enemigo que lo mira con rabia incontenible.

—Anamon —dice con dificultad—. Su verdadero nombre es Anamon, era un Jedi. Un gemelo Jedi.

—¡Calla bastardo!

El menor lo ignora y continúa:

—Te entregaste al lado obscuro y desapareciste. Tu hermano fue en tu búsqueda. Lo mataste por envidia en el extremo de la Galaxia. Cambiaste de identidad y llagaste a este planeta condenado. Desintegraste su cuerpo y lo utilizaste para crear el sistema volcánico de Stewjon y evitar así ser descubierto. Es por eso que la lava no te destruye y sigue tus órdenes, porque está compuesta por tu mismo código genético…

—¡Detente!

El espíritu del Sith no puede soportar la verdad. Cada palabra pesa toneladas sobre él. No esperaba que Obi-Wan descifrara sus secretos más escondidos. El volcán expulsa con esa misma furia trillones de litros de lava hacia la superficie. Está fuera de balance. El planeta al punto de quiebra.

—Los héroes Jedi impostores eran una personificación de tu hermano y tú. Tu ego jamás permitiría que se adorara a alguien más en este planeta. O ¿acaso fue la culpa que sentías por haber destruido tu propia carne? Qui-Gon no pudo expulsarte antes porque desconocía tu verdadero nombre, pero ahora que lo sabe, podrá desterrarte para siempre…

—¡Muere! —Ya no tolera más palabras y descarga una ráfaga de rayos a Obi-Wan. Es su último intento para apoderarse de él o destruirlo. En ello vacía toda su fuerza.

El Jedi aprovecha este instante para avanzar partiendo en dos a los dragones de un solo movimiento en el aire. Fracciones de segundo después alcanza a Xervox poseído y le desprende la cabeza con su sable láser. Litros de sangre púrpura y caliente se esparcen sobre él.

Los rayos sobre Obi-Wan cesan pero éste permanece en trance. Resistiendo. Fatidious está en forma etérea tratando de controlarlo nuevamente. Qui-Gon proclama:

—Te expulso Anamon de este plano de la Galaxia. Regresa a la fuente de la fuerza donde tu energía se dispersará en el cosmos…

Luego continúa en una lengua Jedi que muy pocos pueden entender. Con cada palabra realiza un movimiento diferente con las manos, detonando sus vibraciones invisibles hacia él. Inofensivas para el menor, desgarradoras para el espíritu maligno.

—¡Nooo!

Así, la decrépita voz del Sith se quiebra en un millón de partes y su energía se disipa en el todo al carecer de otros envases en dónde depositarse.

Los dragones de lava pierden su animación y escurren como aceite hirviente en la superficie. La erupción y los sismos se detienen. El resto de la lava se petrifica y el planeta convulsionado vuelve a tener un centro sólido, terminando con la inestabilidad y el peligro de destrucción.

Los Jedi tienen bajas pero la mayoría sobrevive.

Qui-Gon agotado cae al suelo luchando inútilmente por no quedar inconsciente.

Obi-Wan se reincorpora y se sitúa a su lado para vigilar su sueño. El niño que nació bajo el signo del Sith, hoy se ha opuesto a la violencia que lo reclamaba…

Los refuerzos llegan, demasiado tarde como siempre; y los héroes del día son puestos a salvo.

…Al día siguiente…

En el hospital del Consejo Jedi, Qui-Gon Yin recibe una visita del maestro Yoda.

—Tomar precauciones debemos y en observación mantenerte. Un exorcismo conducir por tu cuenta has logrado. Muy agotador sin duda es.

—Quien lo ha logrado es Obi-Wan. Es el primer ser en derrotar a un Sith en mil años.

—Un Sith imposible de ser. Un niño tan solo y más allá de su capacidad el lado obscuro es. La presencia, el consejo hubiera sentido.

—Fatidious utilizó un conjuro para ser invisible a nosotros. Resultó ser un Jedi que se volvió al lado obscuro y asesinó a su hermano gemelo hace más de 900 años.

—Poco comunes los gemelos en la orden son, por lo que una leyenda el misterio de su desaparición se volvió. El final de su trágica historia, por fin registrada en los archivos quedará.

—El niño lo rechazó, es muy fuerte. Su lectura de midiclorianos muy alta. ¿Será que se acerca el día en que la profecía se cumpla?

—Dejar de esperar no debemos joven Qui-Gon. Aunque más allá de lo que hemos visto, Obi-Wan no es. Tan sólo amplificado, por el espíritu del volcán, su poder fue.

—Será mi aprendiz.

—Las pruebas primero deberá pasar. Sin embargo, tu decisión el consejo respetará. ¿Cómo fue que, superar al enemigo Ustedes lograron?

—No soportó escuchar su verdadero nombre. Obi-Wan libró una batalla en su mente para arrebatárselo. Si las palabras son poderosas, nuestro nombre puede llegar a ser el arma más devastadora. Su singularidad deja marcas imborrables en la eternidad del cosmos, mismas que nos conectan con la fuente original de la fuerza…

—Tiempo para hablar de ello tendremos, ahora descansar y recuperarte debes Qui-Gon Yin.

…Seis meses después…

Luego de que Obi-Wan se convirtiera oficialmente en Padawan…

—Maestro, antes de salir del volcán, Anamon iba a llamarme con otro nombre. Sólo alcancé a escuchar parte de él…

—El rito de convertirte en un Sith Lord jamás se completó Obi-Wan, no estaríamos aquí de haber sido de esa manera…

—En ese caso, quiero que borres la marca en mi pecho por favor, Maestro.

—Pero igual te quedará una horrible cicatriz de por vida.

—Eso me hará recordar que la marca obscura siempre estará en mí. Latente. Pero es mi decisión sobreponerme y actuar en el lado de la luz.

—¿Ahora ya no crees en el destino?

—No puedo hacerlo. Aunque parezca lo contrario, todo depende de las decisiones que tomó alguien más, incluso hace mil años atrás. Eso no es destino.

—Si ese es tu deseo así lo haré. Eres un Padawan muy maduro para tu edad…

—Lo interesante maestro, es que ahora tú te dedicas a buscar al “Elegido” de una profecía que antes no creías con un aparato diseñado por los Sith y prohibido por el consejo…

—El aparato es inofensivo, pero muy efectivo para localizar jóvenes con potencial. Lo recuperé de la batalla antes de quedar inconsciente. Hay mucho que desconocemos aún sobre la fuerza.

—Eso mismo decía Dooku y renunció al Consejo.

—Él también está buscando sus propias respuestas…

—¡Vaya equipo que somos! Un maestro Jedi obsesionado con la idea de que el destino de la orden entera depende de una profecía arcana y un Padawan que solamente está dispuesto a creer que la historia se construye día a día, que no hay destino, sólo nuestra voluntad favorecida por la fuerza; justo lo que antes solía pregonar su maestro…

—Son dos formas distintas de observar y comprender el universo sin duda joven aprendiz, pero irremediablemente entrelazadas para la eternidad.



Y así, éste fue el origen del gran Jedi que nació bajo el signo del Sith y de su profunda cicatriz en el pecho que muy pocos han visto. El origen del mejor aprendiz de Qui-Gon-Yin, el mismo que algún día deberá tomar su lugar para entrenar al “Elegido”…
FIN
 
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