Pennyworth
Novenero
- Registrado
- Mar 18, 2010
- Mensajes
- 10
Hola a tod@s:
Con perdón a los más férreos seguidores del canon Star Wars, aquí una historia propia que reinventa el origen de Obi-Wan Kenobi.
Los personajes se describen poco físicamente de manera intencional. La historia está de cierta forma diseñada para volverse un fan cómic. Gracias por sus comentarios!
A continuación la parte 1 de 5
What if... Star Wars: Obi-Wan Origins
La marca del Sith
Parte 1: Marca de muerte
Con perdón a los más férreos seguidores del canon Star Wars, aquí una historia propia que reinventa el origen de Obi-Wan Kenobi.
Los personajes se describen poco físicamente de manera intencional. La historia está de cierta forma diseñada para volverse un fan cómic. Gracias por sus comentarios!
A continuación la parte 1 de 5
What if... Star Wars: Obi-Wan Origins
La marca del Sith
Parte 1: Marca de muerte
Nació bajo el signo del Sith, en el aniversario de la aparición de los Señores Oscuros y con ellos el surgimiento del volcán más activo y peligroso del planeta Stewjon: Kokta Mok, el volcán obscuro.
Los Señores Oscuros o Siths, desaparecieron hace cientos de ciclos, sin embargo el volcán permaneció.
Entonces, como una tradición irrompible, todos los que nacían en este día eran enviados al fondo del cráter, abandonados a su suerte. Se creía que ellos poseían una conexión directa con el lado obscuro de la fuerza y su vida, o mejor dicho, su muerte, era lo único capaz de saciar el hambre del espíritu que habitaba dormido dentro del volcán. Logrando así que contuviera su furia contra el planeta por un ciclo más.
Con el paso de los años la tradición se deformó y luego, casi cualquier persona que mostrara poderes de algún tipo, era también arrojada al fondo de Kokta Mok. Eran las libertades de un planeta supersticioso y alejado del centro de la Galaxia. De hecho, fuera del control de la República.
Su nombre es Obi-Wan. Creció con sus padres hasta los 4 años. Ellos escondieron ante la comunidad el verdadero día de su nacimiento. Año con año observaban cómo otros recién nacidos eran arrebatados de los brazos de sus padres en este fatídico día. Lo que reavivaba el miedo que sintieron aquella vez que escaparon a las montañas blancas del sur para dar a luz, cuando se alejaron más allá de la civilización, en la zona más hostil y recóndita en el planeta después del volcán oscuro.
Desde sus primeros días, sus padres lo hicieron consiente de su condición y si algo repetían hasta el cansancio, era que no permitiera que la superstición determinara su destino.
Lamentablemente, un día su conexión con la fuerza se manifestó de manera accidental en un lugar público. Y como en Stewjon no había gente viva con conexión a la fuerza ni con poderes de ningún tipo, esto levantó sospechas. Sus padres intentaron huir de inmediato con él pero fueron interceptados por la guardia de policía. Después de dolorosos interrogatorios y numerosos exámenes al infante, comprobaron que efectivamente Obi-Wan había nacido bajo la marca del Sith.
Por otro lado, el joven caballero Jedi Qui-Gon-Yin, es enviado a los extremos de la Galaxia, en una de sus primeras misiones para investigar turbulencias de la fuerza en el planeta Komta KomKor.
Este tipo de misiones normalmente no son peligrosas y sirven para reclutar niños con potencial para dominar la fuerza que habitan sectores inexplorados y ajenos a la cultura Jedi.
Después de descender de su nave transbordadora, se monta en un deslizador de exploración para rastrear los disturbios en la fuerza. Sus investigaciones lo dirigen hasta el valle Ruhnk, pero una vez ahí, descubre que el niño que busca ha desaparecido misteriosamente desde hace algunos días.
Entonces, el caballero Jedi persigue las pocas pistas disponibles hasta un campamento abandonado a las orillas del lago fangoso Rih-27. Debe encontrarlo tan pronto como pueda pues supone que el infante ha sido llevado en contra de su voluntad.
Al entrar en el campamento, no encuentra nada salvo una extraña marca dibujada con ceniza en las paredes de las cabañas. Sus poderes le dicen que el niño ha perdido la vida aunque le es imposible determinar qué ha pasado con el cuerpo.
El símbolo marcado en los muros le parece conocido, tal vez de hace miles de ciclos de antigüedad, pero como no lo sabe con certeza, envía una imagen con los eruditos del consejo Jedi para que lo descifren.
Siente pena por la muerte del menor, sin embargo aún tiene trabajo por hacer. Después de comunicar al consejo Jedi lo que ha pasado en el valle de Ruhnk, éstos le informan que enviarán una comisión para ocuparse de los hechos y mientras tanto debe dirigirse a un segundo planeta en un sector cercano que también ha presentado extrañas fluctuaciones en la fuerza.
En Stewjon, no era la primera vez que unos padres intentaban ocultar a su vástago para salvarlo del cruel destino. Además, por lo delicado del crimen, la pena era muy severa: muerte a los padres y al hijo marcarlo con el sello del Sith en la frente, conducirlo en una peregrinación a lo largo del planeta para escarmentar a quién quisiera repetir la hazaña y culminar enviándolo al fondo del volcán como las leyes lo dictaban; lo que mantenía a los pueblos satisfechos.
Así, sus padres fueron condenados y él, torturado en su camino a la montaña de fuego. Aquella caravana en donde fue exhibido e insultado, fue algo único, pues habían pasado muchos ciclos sin que alguien cometiera un crimen similar. Intentó resistirse sin obtener resultado. Su conexión con la fuerza no estaba educada para ayudarlo a escapar. Finalmente, sus captores cumplieron con su cruel tradición y lo arrojaron al fondo del volcán.
Qui-Gon-Yin por su parte, se encuentra en Wulmuk, el planeta rocoso del sistema Stewjon. Tres veces más grande que Komta KomKor, por lo que tarda un poco más en explorarlo y en encontrar a la fuente de las fluctuaciones en la fuerza: otro niño con potencial Jedi.
Cuando llega a él, el niño se encuentra llorando en un rincón de la habitación principal de su casa, una pequeña choza elaborada con material mineral de la región. En el despertar de sus poderes, ha dado muerte accidentalmente a su familia. Al parecer llega tarde por segunda ocasión. O tal vez no. Le dice al pequeño para tranquilizarlo:
—Yo no creo en el destino. Creo en que nuestra conexión con la fuerza se renueva día con día, en que las acciones presentes forjan tu carácter y tu futuro. No dejes que el pasado te defina, no debes mirar hacia atrás…
Así, lo toma bajo su cuidado.
Cuando salen de la casa del niño. Son rodeados por una banda de seres encapuchados y cubiertos de negro que quieren arrebatarle al nuevo prospecto de Padawan.
— Te superamos en número, Jedi. Entréganos al menor y te dejaremos ir a casa. Fuera de los dominios de la República no eres nadie y no hay alguien más que pueda ayudarte.
Con el sello del Sith tatuado en su frente, huérfano y en el fondo de la montaña viva, Obi-Wan se encontró desolado, pero siempre recordando las palabras de sus padres. Recordando que habían sido mentiras pues la superstición había ganado. Su destino estaba manchado para siempre. Esto que le había sucedido despertó un odio sin límites en lo más hondo de su ser y se juró a sí mismo salir de Kokta Mok para vengarse de quienes lo habían marcado.
Los Señores Oscuros o Siths, desaparecieron hace cientos de ciclos, sin embargo el volcán permaneció.
Entonces, como una tradición irrompible, todos los que nacían en este día eran enviados al fondo del cráter, abandonados a su suerte. Se creía que ellos poseían una conexión directa con el lado obscuro de la fuerza y su vida, o mejor dicho, su muerte, era lo único capaz de saciar el hambre del espíritu que habitaba dormido dentro del volcán. Logrando así que contuviera su furia contra el planeta por un ciclo más.
Con el paso de los años la tradición se deformó y luego, casi cualquier persona que mostrara poderes de algún tipo, era también arrojada al fondo de Kokta Mok. Eran las libertades de un planeta supersticioso y alejado del centro de la Galaxia. De hecho, fuera del control de la República.
Su nombre es Obi-Wan. Creció con sus padres hasta los 4 años. Ellos escondieron ante la comunidad el verdadero día de su nacimiento. Año con año observaban cómo otros recién nacidos eran arrebatados de los brazos de sus padres en este fatídico día. Lo que reavivaba el miedo que sintieron aquella vez que escaparon a las montañas blancas del sur para dar a luz, cuando se alejaron más allá de la civilización, en la zona más hostil y recóndita en el planeta después del volcán oscuro.
Desde sus primeros días, sus padres lo hicieron consiente de su condición y si algo repetían hasta el cansancio, era que no permitiera que la superstición determinara su destino.
Lamentablemente, un día su conexión con la fuerza se manifestó de manera accidental en un lugar público. Y como en Stewjon no había gente viva con conexión a la fuerza ni con poderes de ningún tipo, esto levantó sospechas. Sus padres intentaron huir de inmediato con él pero fueron interceptados por la guardia de policía. Después de dolorosos interrogatorios y numerosos exámenes al infante, comprobaron que efectivamente Obi-Wan había nacido bajo la marca del Sith.
Por otro lado, el joven caballero Jedi Qui-Gon-Yin, es enviado a los extremos de la Galaxia, en una de sus primeras misiones para investigar turbulencias de la fuerza en el planeta Komta KomKor.
Este tipo de misiones normalmente no son peligrosas y sirven para reclutar niños con potencial para dominar la fuerza que habitan sectores inexplorados y ajenos a la cultura Jedi.
Después de descender de su nave transbordadora, se monta en un deslizador de exploración para rastrear los disturbios en la fuerza. Sus investigaciones lo dirigen hasta el valle Ruhnk, pero una vez ahí, descubre que el niño que busca ha desaparecido misteriosamente desde hace algunos días.
Entonces, el caballero Jedi persigue las pocas pistas disponibles hasta un campamento abandonado a las orillas del lago fangoso Rih-27. Debe encontrarlo tan pronto como pueda pues supone que el infante ha sido llevado en contra de su voluntad.
Al entrar en el campamento, no encuentra nada salvo una extraña marca dibujada con ceniza en las paredes de las cabañas. Sus poderes le dicen que el niño ha perdido la vida aunque le es imposible determinar qué ha pasado con el cuerpo.
El símbolo marcado en los muros le parece conocido, tal vez de hace miles de ciclos de antigüedad, pero como no lo sabe con certeza, envía una imagen con los eruditos del consejo Jedi para que lo descifren.
Siente pena por la muerte del menor, sin embargo aún tiene trabajo por hacer. Después de comunicar al consejo Jedi lo que ha pasado en el valle de Ruhnk, éstos le informan que enviarán una comisión para ocuparse de los hechos y mientras tanto debe dirigirse a un segundo planeta en un sector cercano que también ha presentado extrañas fluctuaciones en la fuerza.
En Stewjon, no era la primera vez que unos padres intentaban ocultar a su vástago para salvarlo del cruel destino. Además, por lo delicado del crimen, la pena era muy severa: muerte a los padres y al hijo marcarlo con el sello del Sith en la frente, conducirlo en una peregrinación a lo largo del planeta para escarmentar a quién quisiera repetir la hazaña y culminar enviándolo al fondo del volcán como las leyes lo dictaban; lo que mantenía a los pueblos satisfechos.
Así, sus padres fueron condenados y él, torturado en su camino a la montaña de fuego. Aquella caravana en donde fue exhibido e insultado, fue algo único, pues habían pasado muchos ciclos sin que alguien cometiera un crimen similar. Intentó resistirse sin obtener resultado. Su conexión con la fuerza no estaba educada para ayudarlo a escapar. Finalmente, sus captores cumplieron con su cruel tradición y lo arrojaron al fondo del volcán.
Qui-Gon-Yin por su parte, se encuentra en Wulmuk, el planeta rocoso del sistema Stewjon. Tres veces más grande que Komta KomKor, por lo que tarda un poco más en explorarlo y en encontrar a la fuente de las fluctuaciones en la fuerza: otro niño con potencial Jedi.
Cuando llega a él, el niño se encuentra llorando en un rincón de la habitación principal de su casa, una pequeña choza elaborada con material mineral de la región. En el despertar de sus poderes, ha dado muerte accidentalmente a su familia. Al parecer llega tarde por segunda ocasión. O tal vez no. Le dice al pequeño para tranquilizarlo:
—Yo no creo en el destino. Creo en que nuestra conexión con la fuerza se renueva día con día, en que las acciones presentes forjan tu carácter y tu futuro. No dejes que el pasado te defina, no debes mirar hacia atrás…
Así, lo toma bajo su cuidado.
Cuando salen de la casa del niño. Son rodeados por una banda de seres encapuchados y cubiertos de negro que quieren arrebatarle al nuevo prospecto de Padawan.
— Te superamos en número, Jedi. Entréganos al menor y te dejaremos ir a casa. Fuera de los dominios de la República no eres nadie y no hay alguien más que pueda ayudarte.
Con el sello del Sith tatuado en su frente, huérfano y en el fondo de la montaña viva, Obi-Wan se encontró desolado, pero siempre recordando las palabras de sus padres. Recordando que habían sido mentiras pues la superstición había ganado. Su destino estaba manchado para siempre. Esto que le había sucedido despertó un odio sin límites en lo más hondo de su ser y se juró a sí mismo salir de Kokta Mok para vengarse de quienes lo habían marcado.