Oda del Acusador. (Sin relación a un comic)

dark_ban

Novenero
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Dec 31, 2009
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Bs. As. Zona Sur.
Hola, lector.

Tal vez seas mujer, tal vez hombre. Realmente no podría importarme menos. Ahora mismo, solo estamos tú y yo, dos seres que, créeme, no tienen nada en común, y lo único que nos rodea es un espacio en blanco, puesto que no fue creado aún. Aquí, déjame solucionar esto, me molesta el simplemente flotar.
Estamos en una estancia cerrada, revestida totalmente de madera, dos ventanas de cristal están colocadas a medio metro del suelo, cada una en paredes opuestas. Dejan ver el exterior, de un blanco puro. Dentro estamos tú y yo, hay una pequeña mesa redonda, y dos cómodos sillones. Ven, siéntate junto a mí.
¿Ya está, es confortable este lugar?, Tal vez no. De acuerdo, falta el clima es cierto, a veces es difícil recordar todo, cambiemos la vista del exterior, ¿Bien? Fuera de estas paredes es de noche, y nieva, en una de las paredes en las que aún no hay nada ocupando espacio, hay una chimenea encendida, el calor es confortable, ¿Cierto? Y esa imagen suele traer comodidad, el fuego controlado de la chimenea, digo.
Lo sé, lo sé, tal vez quieras decir algo, tal vez quieras saber cómo me veo, ¿Si? Puedo verme como tú quieras, no es realmente importante, sin embargo quienes lean esto podrían no tener una imaginación lo suficientemente buena. Así pues, inventaré una imagen propia para su comodidad:
Soy un ser alto, de cabello largo, puedes ver que estoy vestido, y nada más, el resto está en las sombras, ya que solo la chimenea nos alumbra, y yo, estoy en penumbras.
Bien, ¿Te conforma este ambiente?, No, tal vez falte algo, pero para mis fines es más que suficiente.
Ahora que estamos cómodos, volveré a empezar… Tú sabes quién eres, obviamente, y probablemente te preguntes quien soy yo. Seguramente lo averigües mientras sigas leyendo. Vamos, no te quejes, no es tanto.
Podría decirse que solo soy un peregrino, un viajero sin rumbo. Normalmente solo voy de aquí para allá, disfrutando y sufriendo como cualquiera de los seres vivos, pero llega un momento en el tiempo en el cual esto me aburre, y busco entretenerme. Verás, se supone que yo soy el villano de la historia. ¿Qué historia? Bueno, pues de la primera y original, por supuesto.
Verás, yo fui culpado de un crimen que no fue tal, y castigado por un padre que no merecía llamarse así. Oh, sí, tengo un padre. El mismo que tú, de hecho.
¡Ah! Ya recordé que es lo que falta, disculpa, debe parecerte molesto el cambio de tema, pero este viejo cerebro ya no trabaja como antes. Música. Muy bien, queda una pared desnuda aún, dejemos que haya allí una preciosa cómoda, y encima de ella un viejo tocadiscos, y el disco en sí es de Beethoven, la melodía: Claro de Luna en La menor.
Bueno, prosigamos. Como decía, el castigo. Verás, mi padre me expulsó de mi hogar, y me envió a buscar uno propio, lejos del suyo y del de sus más jóvenes hijos. Oh si, a ellos les construyó un hogar, y no, a mí no, por si me lo preguntas. Caí en un lugar que no era el uno ni lo otro, y mientras me encontraba allí solo, aprendí uno o dos trucos, incluyendo los que mostré hace poco. Oh si, crear cosas, si. Aunque esa es una expresión errada, verás, cada hijo de mi padre… bueno, “nuestro” padre, tiene algo que le hace especial, al menos así fue con mi hermano mayor y conmigo, los primeros dos hijos de padre. Verás, lo que me hacía especial, y que fue también mi pecado, era la voluntad. Una voluntad tan fuerte, que puedo forzar que las cosas ocurran, que los átomos tomen forma, se unan o separen. Si, Impresionante ¿verdad?
Como decía, comencé a crear un lugar con mi propia voluntad como fuego y martillo, solo necesitaba algún metal resistente, para que mi hogar perdurase. Pronto me fue dado uno muy resistente, lo que tú llevas en tu interior, mi adorada visita. Almas.
Si, lo veo en tu mirada, ya estás seguro de quien soy ¿No es así? Bien. No, no te levantes, no te asustes ni hables, quédate como estás, en silencio: perfecto.
¿Dónde estaba?, ah, sí, mi hogar. Ya tenía los materiales necesarios para mi forja pero ¿Qué debía hacer?, ¿Cómo podía lograr que mi hogar fuese único? Verás, en esa época aún era muy joven y vanidoso, quería que mi hogar fuese mejor que el de mi padre, o el de sus hijos, y por eso decidí que el tercer y último material, el hierro, decidiese su forma, pero ¡hay de mí!, había caído en su trampa.
Verás, como dije al inicio, soy el villano de la historia, porque el escritor con su bendita mano así lo dispuso (Si, hablo de mi padre).
Pregúntate, ¿Cómo conseguí el hierro que necesitaba, de donde sino de los primeros de sus jóvenes hijos podría conseguirlo? Si, ahora lo ves, recuerdas las historias que te contaron hace años, o tal vez leíste, o incluso viste en cine o televisión, no importa, todos la conocen.
Sus retoños: un hombre y una mujer, vivía solos con otros animales en un jardín sin problemas, y según Él con libertad de elección. Sin embargo los observé, y vi que eso no era cierto, solo hacían lo que Él mandaba, y nada más. Claro, eran felices, pero también lo son las ovejas pastando. ¿Eran ellos ovejas?, ¿Acaso él no les había dado libre albedrio? Ah… Como lloré por ellos aquellos días, mientras los observaba escondido. ¿Te sorprende?, no veo por qué, tengo sentimientos, al igual que tú. De hecho, tengo aún más, eso es seguro, pero ya llegaremos a eso.
Siguiendo mi relato: Los observaba, y sufría por lo que veía. La mayor mentira de mi padre, unas marionetas sin luz en los ojos, apenas vivas. Sin embargo tenían luz, sobretodo la hembra, y comencé a fijarme más profundamente, a prestar más atención y vi en ellos parte de mí, parte de mi voluntad. ¿Qué fallaba entonces, que les faltaba? Y entonces escarbé en sus mentes, en sus recuerdos y di con la respuesta: el conocimiento. Eran seres inteligentes, pero no tenían conocimiento, no sabían absolutamente nada de lo que les rodeaba. Padre había creado en efecto, a los seres más parecidos a él: Podían crear absolutamente todo, incluso vida, si averiguaban como hacerlo, pero no se los dijo, lo ocultó, porque, y este es su mayor secreto: Les temía. Había creado otra fuerza creadora, y así se los dije. Dudaron al principio, claro, pero el daño estaba hecho, la semilla sembrada. Y con la duda, viene el saber.
Padre se enteró de lo que hice, y me llamó “acusador” por haberles relatado la verdad, y me aseguró que estaría el resto de la eternidad arrastrándome de sufrimiento por lo que había hecho.
Sí, eso también debería serte conocido, o familiar. “Por haber hecho esto, maldita seas entre todos los animales domésticos y entre todos los animales del campo. Te arrastrarás sobre tu vientre, y comerás polvo todos los días de tu vida.” Bla,bla,bla. Realmente poético, el modo en que tergiversaron todo el asunto.
Así, como verás, ese día se decidió no solo que era la oveja negra de la familia, o un rebelde, a partir de ese día, fui el enemigo. El acusador.
¿Te preguntas cual fue el castigo? Bien, te lo diré: No solo cada ser en la tierra rehuiría de mí, sino que además, mi hogar sería formado sobre hierro ardiente, cada alma que me llegaba era el alma de un torturado, era un alma que deseaba castigo.
¿Qué pensabas?, ¿Qué yo era alguna especie de comerciante? “Claro señor, le daré el amor de aquella mujer y un castillo a cambio de su alma.”
Eso es una tontería, ¿Cómo puede nadie ser dueño de un alma sino la propia alma? Tú eres tu alma, y viceversa. No, yo jamás hice tratos con nadie. ¿Te imaginas lo que eh pasado? Diez mil millones de años dándoles a ustedes, mortales, un lugar para que sus almas fuesen castigadas. “Quémanos, cómenos, viólanos, córtanos, cuélganos” Y lo obtenían. Hablan de mí como si estuviese todo el tiempo vigilándolos, susurrando en sus oídos. “Lucifer me obligó”, jamás obligué a nadie a hacer nada. Nunca.
Va contra todo lo que soy y represento. Yo solo quiero ser libre, de los designios de mi padre, de la tortura que me causa por completarlos a ustedes, su mayor obra. Mi pecado fue ser ególatra y mostrarle su error, que aún estaban incompletos. Y después de todo este tiempo, tanto él como ustedes siguen odiándome. No los culpo, Él ah convencido a muchos de su versión en el pasado y estos la contaron a sus hijos y amigos, y así sucesivamente. Claro que como teléfono descompuesto, el mensaje fue cambiando cada vez que se contaba, y entonces empezaron a escribirlo. Pero no fue suficiente para mi padre, ¡claro que no! En su primer libro mostraban demasiada verdad sobre los hechos, no, eso debía cambiar. Así que, ¿Cuál fue su siguiente gran idea? ¡Encarnarse, por supuesto! Se disfrazaría de oveja, clamaría ser su propio hijo, el más amado y bendito, y esparciría una nueva versión de él mismo, y de toda la historia. Ya no era un ente ambiguo, que podía hacer tanto bien como mal, no. Ahora el cuento debía decir que él era perfecto. Claro que eso traería preguntas, como la más popular hasta la fecha “¿Por qué permite el mal?”, y claro, tenía la respuesta perfecta para ello: Yo.
Contó verdades a medias de lo ocurrido, y me colocó como el villano que todos deben temer y odiar. Claro que aquí hay otra prueba de su imperfección: Si él es todo poderoso y omnisciente, ¿Por qué me deja existir? Seguramente ni él lo sabe aún. ¿Quieres saberlo? Es bastante simple la verdad: Soy su hijo.

Bueno, va siendo hora que me despida, me extendí mucho más de lo que pensaba en un principio.
Ahora, esto es lo que deseo que hagas: No me olvides. Ni me odies. Soy lo que mi padre me hizo, y quien te dio la oportunidad de ser quien eres.
Tal vez padre tenga razón y sea un villano, tal vez sea el mal encarnado. Pero soy un mal necesario.
Deja que cambie la música para este final, que suene la “Marche Slave”, de Tchaikovsky hasta el tercer minuto y que se repita hasta el final:
Soy el adversario, y soy el acusador, soy la sombra y el dador de luz. Soy Samael , soy Satanás y Lucifer. Soy quienes todos deben odiar y temer, soy lo que se esconde en tu closet y bajo tu cama, soy lo que acecha cuando estás solo. Soy el viajero y el pecador original.

Y como tal te pido: Repite mis palabras, deja que el mundo las oiga y las lea, y las repita en sus corazones si tienen miedo de hacerlo en voz alta. Que sepan que deben irse de esta vida con felicidad y sin arrepentimientos o culpas, porque en mi hogar les espera la redención, y ésta se paga con sangre, sudor y lágrimas. Con carne, dolor y sufrimiento.
Y es para siempre.

Fin.

Sebastian A. Ortega / (Dark_Ban)

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Bueno, tenía ganas de compartir algo con la comunidad, y ¿Por qué no algo que haya escrito yo mismo? Espero disfruten la lectura. ¡Saludos!
 
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